Capítulo 27

278 51 5
                                    

Sam y los mellizos se habían adelantado y él había decidido ir un rato a la biblioteca para buscar algunos libros sobre historia del arte, ahí dentro el tiempo pasó en un abrir y cerrar de ojos así que cuando salió del edificio el ocaso le dio la bienvenida, el clima era agradable y decidió dar un pequeño paseo; caminaba tranquilamente, la avenida estaba extrañamente tranquila, no alcanzaba a ver a ningún estudiante pero no le importaba, siguió caminando sin prisa, mirando todos los edificios que reflejaban el color anaranjado del cielo, se detuvo al percatarse de un agradable y fresco olor, buscó por todos lados pero no logró encontrar la fuente del aroma y fue no hasta que alzó la mirada que vio una maseta colgando en uno de los árboles al lado del camino, sonrió y se acercó, mientras lo hacia el olor se intensificó, cuando estuvo debajo de ella se paró en puntas intentando mirar las flores, al no poder verlas decidió sacar su cámara de la mochila, intentó tomar unas cuantas fotografías, sin éxito, una mueca se formó en su rostro así que dejó todas sus cosas en el suelo, se pasó el cordón de la cámara por el cuello y se decidió a subir el árbol; si esa planta creía que le ganaría, estaba equivocada.

Tras unos minutos de infructuosa labor y sin importar lo que hacía no logró alcanzar la rama más cercana.

—Sigues siendo un debilucho asmático, Steven —se dijo, golpeando frustrado el verde pasto.

Volvió a colocarse debajo, miró su mochila y después nuevamente la maseta, sonrió, ¿¡cómo no lo había pensado antes!?; empezó a sacar todos los libros y libretas que traía consigo y los apiló, rápidamente se quitó su camisa de manga larga, quedando solo con su sport blanca y la puso encima de la torre.

—Perdón por pisarlos chicos —se disculpó, pero estaba decidido a mandarle una foto de esas flores a Tony y si tenía que recurrir a aquello, lo haría.

Estaba por poner el segundo pie encima del bulto cuando escuchó una voz ronca detrás de él.

—¿Qué haces? —preguntó un chico alto y rubio, espantándolo y haciéndole perder el equilibrio.

Cuando sintió su trasero en el suelo hizo una mueca, buscó al culpable de su actual estado y lo encontró dejando su bicicleta en la acera para después acercarse a él, se levantó rápidamente y se sacudió la suciedad del pantalón.

—¿Estás bien? ¿no te lastimaste? —volvió a preguntar el joven, inspeccionándolo de arriba abajo, poniéndolo nervioso.

—Estoy bien, gracias —dijo, alejándose un poco de él.

—Qué alegría, ¿qué intentabas hacer? —preguntó mientras se agachaba para volver a apilar los libros.

—Alcanzar esa maseta —señalando hacia arriba, imitando los movimientos del hasta ese momento, extraño estudiante—, quería tomar unas fotos, pero soy muy bajo así que... ya te imaginaras.

—Ya veo, pues hoy estas de suerte, puedo ayudarte —extendiéndole las libretas.

—¿De verdad?, gracias —sonriendo.

—No hay de qué, vamos, dame la cámara.

—Claro —extendiéndosela—, no tienen que ser perfectas, solo que se vean bien las flores —esperando paciente.

—¡Listo! —sonriendo—, dime que te parecen, si no te gustan puedo tomar más o puedes apoyarte en mi espalda y subir.

—¡Como crees!, están muy bien así —mirando las fotos y negando ante el comentario.

—¿De verdad? —sonrojándose mientras rascaba su nuca.

—Si, me hubiera encantado verlas por mí cuenta, aunque esto también está bien —agachándose para guardar el aparato—, muchas gracias por todo, me llamo St... ¿qué haces? —preguntó sorprendido.

IN HIS BLUE EYES - PRIMERA PARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora