Capítulo 29

319 57 20
                                    

Steve corría tan rápido como sus pies y pulmones se lo permitían, sabía que Tony lo esperaría, lo había dejado claro en su mensaje, pero eso no quería decir que no sintiera la necesidad de pasar cada segundo que pudiera cerca de él.

Una sonrisa se formó en su rostro al distinguir la silueta del Alfa apoyada en el auto y su corazón se hinchó de felicidad al tenerlo tan cerca.

—Hola, Stevie —dijo el castaño, quitándose los lentes de sol y extendiendo sus brazos hacia el rubio, quien no tardó demasiado en aceptar el gesto.

Se fundieron en un cálido y necesitado abrazo que, aunque no duró lo suficiente, provocó toda clase de sensaciones en ambos.

—Te extrañe —respondió Steve, con una gran sonrisa en su rostro al percibir esa embriagante mezcla entre vainilla y madera emanando del hombre.

—Y yo a ti —sonriéndole de vuelta.

—¿Por qué no me dijiste que vendrías? —mirándolo curioso.

—Quería sorprenderte —respondió mientras abría la puerta del copiloto para dejar entrar al rubio—, y al parecer funcionó —sonriéndole de medio lado, ganándose una bonita mirada azul que siguió todos sus movimientos hasta que ambos estuvieron dentro del auto—. ¿Quieres ir a comer? —arrancando el vehículo.

—Me encantaría —colocándose el cinturón de seguridad—, ¿y Happy?, quería saludarlo —preguntó extrañado por la ausencia del Beta.

—Se ha ido a atender otros asuntos, solo seremos tú y yo —mirándolo coqueto.

—Ya veo —sintiendo sus orejas calentarse.

—Por cierto, tengo algunos regalos para ti, están en esa bolsa debajo de tus pies, son de parte de Jarvis, Barnes y Romanoff, se enteraron de que vendría a verte y me usaron de recadero —haciendo un puchero que al ojiazul le pareció tierno.

—¿De verdad?, que lindos —inspeccionando superficialmente el contenido.

—No más que tu —respondió sincero, dándole una rápida mirada al Omega, quien volvía a sentir ese cosquilleo recorrer su cuerpo y el calor instalarse en su rostro al escuchar la voz del hombre a su lado.

Recorrieron la ruta 95, cruzando por el puente Q, hasta llegar a un pequeño local de aspecto rustico que a Steve le pareció acogedor, aparcaron frente al sitio y bajaron.

—Es muy bonito —dijo el rubio con una sonrisa, mirando al mayor—, pero... —deteniendo sus pasos.

—¿Qué pasa? —preguntó confundido—, ¿no quieres comer aquí?

—No, no es eso, es solo que..., bueno, ya sabes —mirándolo con cautela—, ¿no nos meteremos en problemas si alguien te ve conmigo?

—No te preocupes por eso, aquí a nadie le importa quién entra o sale, solo importa la comida —guiñándole cómplice—, y aunque normalmente no me importaría si alguien me reconoce, no quiero que sea incómodo para ti —tomando su mano—, así que escogeremos una mesa al fondo, ¿te parece?

—De acuerdo —sonriéndole, más tranquilo.

Entraron y tal como lo había dicho el castaño, nadie se percató de su presencia, se sentaron en una de las mesas de la terraza, el lugar estaba medianamente ocupado, pero el sitio donde se habían situado era bastante íntimo, por lo que pudieron relajarse, disfrutar la comida y platicar amenamente.

—Y hasta ahora ¿no has tenido problema con las materias? ¿te gustan todas las clases? —preguntó Tony, interesando.

—Si, son muy interesantes, aunque la teoría es algo tediosa —sonriendo animado—, de hecho, hace unos días entregamos un ensayo sobre la historia del arte, no pude dormir por terminarlo, lo que me ayudó a no ceder ante el sueño fue tener a los chicos conmigo.

IN HIS BLUE EYES - PRIMERA PARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora