Capítulo 1

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Tony caminaba por las frías calles de New York, era pasada la media noche y el frio del invierno dejaba salir vapor de sus fosas cada que exhalaba, alzó el cuello de su gabardina buscando entrar en calor, había dejado la fiesta en la que estaba y en vez de esperar a que Happy su guardaespaldas llevara el auto hasta la entrada, había decidido salir caminando y llegar a pie hasta su hogar, como si su residencia quedara a la vuelta de la esquina y no a media ciudad de distancia; sus pasos eran lentos pero seguros, dejando ver su porte confiado y algo engreído; mientras caminaba miraba las luces de todos los lugares que a esa hora funcionaban, se percató de que las calles estaban completamente desoladas, algo extraño puesto que ya era sábado, el día más concurrido de la semana en New York, tal vez se debía al distrito en el que se encontraba, chasqueó la lengua, empezaba a creer que tal vez no había sido buena idea irse solo; estaba a punto de sacar su celular para llamar a su guardaespaldas cuando el sonido y las luces fosforescentes saliendo de un edificio lo distrajeron de su propósito; leyó aquel cartel y automáticamente alzó un ceja, no le agradaban ese tipo de lugares, negó, además de que no sabía si eran del todo legales, volvió a negar, no, no se arriesgaría entrando a ese lugar aunque fuera solo por mórbida curiosidad, o eso se dijo; dio media vuelta, estaba dispuesto a marcharse cuando la puerta fue abierta dejando salir aún más el sonido de la música y aquello terminó por darle el empujón que necesitaba y como acto reflejo dirigió sus pasos hacia la entrada.

El olor de las feromonas llenó sus fosas provocándole una mueca de desagrado, no podía distinguir cual fragancia pertenecía a quien, sintió nauseas, para él no era bien visto andar desprendiendo feromonas por doquier, pero siendo honestos, en un lugar de esa clase era obvio que algo así era normal; rodó los ojos y miró todo a su alrededor, los candelabros colgaban del techo iluminando las paredes rojas de terciopelo, los cocteles y el champagne eran servidos uno tras otro, las y los Omegas vestían exuberantes conjuntos que poco dejaban a la imaginación, y los Alfas y alguno que otro Beta, bueno, ellos solo se dedicaban a buscar compañía de una sola noche, si, ese no era un lugar que él visitaría, no tenía necesidad, no cuando podía llevarse a casa a cualquier Omega o Beta con solo pedirlo.

—Buenas noches caballero, ¿le gustaría pasar y echar un vistazo?, tenemos hermosos Omegas a nuestra disposición, para todos los gustos —dijo una anciana mujer que desprendía un fuerte aroma a rosas, mirándolo con una sonrisa ladina, al parecer era la dueña.

—¡Oh no Madame!, yo solo pasaba por aquí, no era mi intención entrar —dijo con una sonrisa, dispuesto a dar media vuelta y marcharse.

—Pero lo hizo y ya que está aquí podría divertirse un rato, ¿no lo cree? —insistió la mujer.

—No, yo...—fue interrumpido por el fuerte sonido de copas cayendo al suelo y el ajetreo de la gente alrededor.

Sin pensarlo mucho se acercó al lugar y pudo ver de qué se trataba, una menuda chica rubia era jaloneada por un robusto hombre con calva qué hacía caso omiso a sus palabras mientras esta soltaba golpes al brazo del sujeto en un intento de escapar, miró a su alrededor, todos observaban la escena, pero nadie hacía nada, ¿es que acaso no se daban cuenta de que la muchacha no quería ir con aquel idiota?, sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de la voz de aquel hombre.

—Yo pagué por ti, así que esta noche me perteneces —sin dejar de jalarla, mientras desprendía su grotesca fragancia en un intento de doblegar la voluntad de la joven—, estoy tratando de ser gentil contigo, pero si sigues así no me dejaras opción.

¿Gentil?, pensó Tony y soltó una risa irónica, vaya gentileza estaba mostrando, bueno, definitivamente con eso estaba claro que ese no era un lugar para él y si en un principio iba ayudar a la joven definitivamente viendo a los demás no hacerlo supo que una buena razón debían tener, tal vez las políticas del lugar, si es que existían, no permitían algo como eso, además el sujeto ya había pagado, así que no había más que hacer, iba a darse la media vuelta cuando sus ojos se encontraron con aquellos orbes increíblemente azules, perdió el aliento y un extrañó escalofrió recorrió todo su cuerpo, no lo pensó y cuando reaccionó tenía a la muchacha escudada detrás de su cuerpo.

—Discúlpeme caballero, pero la dama ya ha dejado claro que usted no es de su tipo —sonriendo con sorna a aquel sujeto, intentando contener sus hormonas.

—¡Quítate Idiota o te partiré la cara! ¡yo pagué por su servicio y ahora debe cumplir! —gritó el hombre con su voz de Alfa, intentando intimidarlo, tratando de tomar la mano de la joven que se mantenía quieta detrás de él y en una posición de defensa que le resultó tierna.

—Si es por el dinero entonces podemos llegar a un acuerdo —dijo sacando la chequera del bolsillo de su traje—, le daré el doble de lo que pagó, la deja en paz y se busca a otra para esta noche, todos ganamos —terminó extendiendo el cheque frente a su rostro para que pudiera leer la cantidad, que por supuesto contenía mucho más de lo que seguramente el hombre habría pagado—. ¿Qué me dice, amigo? —mirando como los ojos de aquel sujeto se iluminaban y una mueca torcida aparecía en su rostro.

—De acuerdo —tomando rápidamente el papel y saliendo de ahí tan tranquilo como si no hubiera sido el causante de todo ese espectáculo.

Bufó, que se podía esperar de un Alfa mediocre como ese.

Pronto todos volvieron a reír y beber como si nada hubiera pasado, dejando de lado el incidente de hacía unos segundos; mientras, Tony se encontraba sin saber qué hacer, no se atrevía a moverse porque sabía que la muchacha se encontraba detrás de él y no estaba seguro de si quería verla, más bien a sus ojos, no cuando por un segundo al mirarlos había sentido que habían calado profundo.

—Muchas gracias por eso Sr. —le oyó decir con la voz más dulce que había escuchado, logrando así calentar su corazón—, yo...—pero fue interrumpida.

—¡Tú! —escuchó la que identificó como la voz de la anciana—. ¡Te dije que si volvías a causar problemas te echaría, y esta es la quita vez!, ¡y llevas una semana aquí!, ¡largo!, ¡no te quiero volver a ver!, ¡desde que llegaste no has sido más que un dolor de cabeza! ¡maldito Barnes que me convenció de dejarte trabajar aquí! —gritó furibunda mientras desprendía su nauseabundo aroma.

—No, yo lo siento Madame, no era mi intención, prometo que no volveré a hacerlo, no me eche, necesito el dinero, no encontraré trabajo en otro lugar —pidió la joven acercándose a donde la anciana, con ojos suplicantes.

—Pues eso lo hubieras pensado antes, toma tus cosas —señalando a la salida.

—Pero yo...

—¡Largo!

Tony estaba en shock, vio cómo su menudo cuerpo se dirigía hacia la barra para tomar una bolsa y una desgastada chaqueta que les fueron entregadas por el Barman quien la miraba con lastima y una sonrisa triste, para después dirigirse hacia la salida con los hombros caídos, estaba a punto de salir y correr tras de ella cuando sintió la mano de la mujer sujetarlo.

—Disculpe por eso Sr. Stark —provocando que él volteara a verla, no creyó que lo descubriría—. ¿Qué le parece si olvidamos este bochornoso incidente y le ofrezco a mi mejor Omega? —desprendiendo nuevamente ese fastidioso olor a rosas.

—Será en otro momento —separándose cortésmente del agarre—, si me disculpa, debo volver a casa, que pasé una excelente noche —haciendo una reverencia para salir corriendo hacía la salida.

IN HIS BLUE EYES - PRIMERA PARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora