Capítulo 21

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Retiró su mano avergonzado de su propio pudor, sintiendo su cara arder al caer en cuenta de lo que era ese líquido, él nunca había lubricado, solo sabía de su existencia y de su función porque en el colegio les habían hablado de ello; a diferencia de los demás Omegas su libido siempre fue menor gracias a su poca producción de feromonas por lo que nunca había le representado un problema, no sentía la necesidad de autocomplacerse cada cierto tiempo como todos y solo por curiosidad había intentado hacerlo por detrás una vez mucho tiempo atrás, pero al no percibir placer o algo agradable decidió dejarlo pasar y solo concentrarse en su miembro, como lo haría cualquier Beta y Alfa promedio, aunque tampoco solía hacerlo demasiado, más bien, casi nunca, no era algo que le quitara el sueño y era precisamente por eso que al ser invadido por esa nueva sensación su cuerpo había armado una revolución en su interior.

Terminó de quitarse la ropa, retiró la venda de la mano y volvió a meterse en la tina, aun se sentía un poco acalorado y un baño le sentaría bien. Sumergió su cuerpo de nuevo en el agua relajando sus músculos al instante, agregó un poco de colonia con burbujas y suspiró complacido al oler la esencia.

Movió lentamente su mano hacia el sur, deslizándola por entre sus piernas hasta llegar a su objetivo, presionando con cuidado la delicada carne sintiendo al instante una corriente recorrer todo su cuerpo obligándolo a arquear la espalda, acarició con cuidado el borde, gimiendo débilmente ante la sensación, presionó suavemente la enrojecida zona que cedió ante su dedo, expandiéndose lentamente, permitiéndole sentir la caliente y palpitante carne en su intimidad, movió un poco su dedo, recorriendo todo el rugoso interior, soltando pequeños suspiros ante el incipiente calor que comenzaba a acumularse.

—¡Ah! —gimió al encontrar su centro de placer después de varios minutos, logrando que sus piernas se separaran y ocuparan todo el ancho de la tina y que su pecho quedara expuesto ante el frio de la habitación logrando que sus delicados botones rozados se irguieran ante el cambio de temperatura.

Se dejó llevar por el cumulo de sensaciones que devoraban su cuerpo con cada toque en el punto preciso; la mano que tenía libre pronto se envolvió en su miembro palpitante y necesitado, poco le importó que la herida aun cicatrizada volviera a abrirse, pronto sus movimientos de volvieron rítmicos y empezó a aumentar la velocidad, pero, contrario a lo que esperaba, no sentía que incrementara el placer, algo le impedía llegar hasta final, soltó un gemido de frustración que pronto se transformó en un quejido que pedía atención, sin pensarlo había vuelto a desprender sus feromonas, siguió moviendo sus manos al compás, sin éxito y solo cuando escuchó esa voz que lo hacía estremecer, se detuvo, volteó el rostro y se encontró con esos ojos avellana llenos de sorpresa y algo más.

Después de cerrar la puerta del cuarto de baño y dejar al Omega dentro, Tony soltó un suspiro de alivio y caminó fuera de la habitación, no sin antes pedirle a Friday que desactivara el protocolo de seguridad; abrió la puerta de su propia habitación y entró, debía cambiarse de ropa o pescaría un resfriado, eso era lo que menos quería en ese momento, un resfriado solo debilitaría su sistema inmunológico y le impediría controlar bien sus feromonas, sería un gran problema teniendo al Omega en ese estado por una semana, había logrado controlarse muy bien gracias a los supresores que había tomado una hora antes, pero no estaba seguro de haber resistido a las feromonas del joven de no haberlo hecho.

Se quitó la ropa y se puso una nueva muda seca, salió de su habitación y bajó rápidamente al primer piso en busca de lo que necesitaba; era importante controlar la temperatura del rubio pues aunque los supresores cumplieron con su propósito no fue lo suficientemente rápido y la acción había disminuido considerablemente, ahora temía un efecto de rebote y aunque quisiera darle una nueva dosificación debía esperar otra hora antes de hacerlo, o al menos eso le había dicho Bruce, suspiró mientras caminaba hacia la cocina; al llegar buscó dentro de la nevera los sueros que Jarvis había preparado para el Omega cuando el momento de su celo llegara, buscó por todo el lugar, pero no los veía por ningún lado.

IN HIS BLUE EYES - PRIMERA PARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora