Capítulo 20

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Steve había salido al jardín con la idea de tomar un poco de sol, odiaba que su piel se volviera incluso más blanca de lo que era en invierno pues lo hacía lucir, a su parecer, enfermo e incluso demacrado y eso era lo último que quería, así que un poco de bronceado no le vendría nada mal.

Caminó entre el césped fresco, había dejado su uniforme en el perchero y ahora vestía un pantalón de chandal negro y una camiseta de cuello redondo blanca que dejaba al descubierto sus brazos, se había quitado los guantes y ahora la venda alrededor de su mano quedaba expuesta, traía los viejos tenis que Bucky le había comprado hacía mucho y que se negaba a dejar de usar.

Se recostó a un lado de las enredaderas y se colocó un poco de bronceador pues, aunque quería tomar un poco de color, no estaba entre sus planes terminar luciendo como una cereza andante, rio divertido ante la imagen mental.

Después de estar por suficiente tiempo bajo el cálido sol contemplando el cielo azul, fue que ladeó la cabeza y miró las flores en el jardín, sonrió al ver las Pansy que había ayudado a plantar semanas atrás y su sonrisa se amplío ante un pensamiento que acababa de surcar su mente, encender los aspersores era definitivamente una idea muy tentadora, instantáneamente sus ojos brillaron de felicidad al recordar que mañana era día de regadío y aunque Scott no le había pedido regar las plantas no pasaba nada si se adelantaba un poco y le ayudaba con eso ¿o sí?, así el Beta no tendría que ocuparse de esa tarea porque ya lo habría hecho, sí, era una muy buena idea, sonrió alegre y con ese pensamiento en mente se levantó de su lugar dispuesto a cumplir con su objetivo.

Llegó hasta donde se encontraban los controles de riego y presionó el botón de encendido para los aspersores, inmediatamente todos comenzaron a trabajar, estableció el tiempo para dos horas y moderó la intensidad de riego hasta dejarla en la media, contempló el paisaje y sin pensarlo demasiado rápidamente arremangó un poco su pantalón y mientras se quitaba los tenis agradeció que ese invierno la nieve hubiera decidido dejarlos mucho antes de lo previsto ¿sería por el calentamiento global?, muy probablemente, como fuera, de lo contrario no podría andar tomando el sol y mucho menos jugando descalzo entre el agua como se disponía a hacer.

Sentir el césped fresco bajo sus pies mientras el agua tibia los cubría al caminar era una de las sensaciones más placenteras que había experimentado en su vida, algo nuevo y totalmente agradable, se acercó a las flores y se acuclilló frente a ellas sin importarle mojarse un poco, eran incluso más hermosas que en el libro que Scott le había prestado, casi todas eran de color morado con el centro amarillo, pero las que habían captado su atención no, mientras más las veía más le parecía que el color era una combinación entre azul y lila aunque el centro seguía siendo amarillo, sonrió complacido, era en verdad una muy bonita flor de temporada.

Después de admirar por un rato más las flores fue a recostarse debajo del gran roble rodeado de botones de rosa, el agua no alcanzaba el césped ahí y podría descansar sin problemas, solo un poco antes de que el sol bajara y el ambiente se pusiera fresco. Pasó un brazo detrás de su nuca y la otra la metió a su bolsillo, solo entonces sintió el empaque metálico de los supresores, suspiró y cerró los ojos, solo descansaría cinco minutos, cinco minutos y entraría a la casa, no quería correr riesgos, si, solo cinco minutos.

Despertó de golpe sintiendo su cuerpo arder, se sentía mareado y desorientado, todo a su alrededor estaba obscuro, el sol ya se había ido y los aspersores hacía mucho habían dejado de trabajar, aunque el césped aún se veía húmedo y fresco, instintivamente llevó su mano a su frente para comprobar que no era solo su imaginación y que en realidad si había subido su temperatura, sacó los supresores de su bolsillo mientras se levantaba del suelo, mala idea, pues al hacerlo una intensa corriente aguda recorrió su cuerpo hasta instalarse en la parte baja de su vientre y trasero, sensación que lo obligó a retorcerse de incomodidad perdiendo así el equilibrio y volviendo a quedar en el suelo mientras sentía su cabeza cada vez más pesada.

IN HIS BLUE EYES - PRIMERA PARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora