Capítulo 4

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Sentía como sus pulmones empezaban a silbar a causa del esfuerzo que estaba haciendo, corría tanto como sus pies se lo permitían, nunca había corrido tanto en toda su vida, seguramente sufriría de un ataque llegando a casa de Bucky si no es que se desplomaba en la calle antes, prefería la primera opción; ni bien llegar al edificio subió el elevador al que poco le faltaba para dejar de funcionar, y cuando por fin estuvo dentro del departamento se derrumbó sobre el sillón el cual solía utilizar para dormir y dejó escapar todo el aire contenido, la presión se empezaba a acumular en su pecho y el calor en su rostro.

—No por favor, Steve, contrólate, recuerda respirar —se dijo—, uno —inhalado—, dos —y exhalando—, así, uno y dos —repitiendo el patrón.

Duró así unos pocos minutos y cuando ya se encontraba más tranquilo miró el lugar, al parecer su amigo aún no había vuelto y lo agradecía porque no quería que lo encontrara en ese estado, solo se preocuparía, reposó un poco más hasta que fue capaz de levantarse, miró la cocina y su estomagó protestó, ni siquiera se había comido el desayuno que el Sr. Edwin le había servido, que mal educado, pero se había sentido tan avergonzado que no vio mejor salida que escapar, ¿pero que le pasaba?, él nunca huía; se quitó la peluca ahora maltrecha y la arrojó al piso ¿por qué lo había hecho?, ni él lo sabía, tal vez habían sido sus ojos avellana, no habría soportado ver la molestia reflejada en ellos, ni conocer algo diferente de lo que horas atrás había conocido, no había querido saber que lo odiaba, si, tal vez sus pensamientos eran un poco tontos, pensar en algo como eso cuando muy seguramente el Sr. Edward se habría olvidado de él en el momento en el que salió de su propiedad, pero por alguna razón no había querido que ese Alfa tan amable lo menospreciara o lo viera como un maleducado que no conocía su lugar, suspiró, ¿se puede extrañar a alguien a quien acabas de conocer?, al parecer sí.

Decidido a dejar de pensar en el infortunado acontecimiento se levantó lentamente del sillón para dirigirse a la cocina, Bucky no tardaría en llegar de su turno de la noche en el bar y quería tener listo el desayuno para él, su "instinto" de Omega además del aprecio que le tenía a su amigo lo llevaban a comportarse hogareño con el Alfa más cercano que había en su vida. Escuchó como la puerta principal se abrió y segundos después sintió su cuerpo ser rodeado por los fuertes brazos del Alfa y su perfume de caramelo y licor le hizo saber que estaba a salvo.

—Buen día Stevie ¿cómo te fue? —aun abrazándolo y pasando su mano por su cabello dorado.

—Si supieras, fue toda una historia la de ayer —riendo al voltear a verlo y acercando su rostro a su pecho, le encantaba su perfume porque según el castaño se parecía mucho a su aroma, así él podía darse una idea de cómo debía oler el castaño.

—Me gustaría escucharla —separándose lentamente.

—Puedo contártela mientras desayunamos, ve a bañarte y cuando salgas la comida estará lista —ordenó y mirando como el castaño se quitaba la ropa y la arrojaba al piso solo negó y dijo—, deja tu camisa y pantalón en la cesta James, haré la colada más tarde.

—Si mamá —respondió riendo mientras sentía como un trapo de cocina golpeaba su espalda junto con un "idiota" salido de la boca del menor, volvió a reír, estaba agradecido de que su pequeño rubio se encargara del hogar.

James Buchanan Barnes, un Alfa de 22 años, cabello castaño corto, ojos azules, tes blanca y cuerpo tonificado era el mejor amigo y técnicamente hermano mayor de Steve, se conocían desde que tenían memoria, sus madres habían sido amigas desde niñas y al igual que Steve, era huérfano, con la diferencia de que él nunca conoció a su padre y su madre había fallecido siendo el muy joven por tal motivo se había convertido en el protector de su hogar y en el de la familia Rogers que lo había acogido con amor y al fallecer su querida madrina Sarah Rogers vio como un deber proteger a la única familia que le quedaba, su pequeño hermano Omega Steven. Bucky era un Alfa en toda la expresión de la palabra, demasiado territorial y protector con su familia, además de fuerte, ágil, inteligente y ambicioso, pero a diferencia de la mayoría de los demás Alfas, era amoroso, muy amable y sumamente respetuoso con los demás, para él no existían las barreras entre Alfas, Betas y Omegas, consideraba que si alguien, fuera miembro de cualquier casta, tenía un sueño o un objetivo, tenía el derecho de realizarlo y no verse limitado por la sociedad, algo muy "moderno" para el pensamiento colectivo de ese tiempo, donde las costumbres aún estaban muy arraigadas.

IN HIS BLUE EYES - PRIMERA PARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora