Capítulo 34

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Como todos los días desde hacía tres semanas, Steve llamó a Tony para despertarlo y desearle buenos días, no pasó por alto la pequeña insinuación que el castaño le había hecho durante su conversación y desde entonces se volvió casi una rutina el marcarle, no tenía problema en esperar a que pasara la media noche, después de todo sus tareas y proyectos siempre lo mantenían despierto hasta tarde y al Alfa parecía no molestarle ese pequeño gesto, así que todo estaba bien.

—¿Entonces mañana también iras a trabajar? ¿no era tu día libre? —preguntó Tony, creyendo recordar lo que el rubio le había dicho.

—Lo sé, pero es Halloween, Fury nos dijo que si íbamos nos daría doble paga, como habrá promoción en los conos necesitará manos extras, así que Loki y yo nos apuntamos —sonriendo alegre.

—Entiendo, entonces ve y conviértete en el mejor vendedor de conos —guiñándole cómplice—, y no mires a muchos chicos —haciendo un puchero que al Omega le pareció adorable.

—Yo tengo ojos para un solo Alfa, tonto —le dijo con una sonrisa.

—Estoy celoso de ese sujeto —tocando su barbilla—, debe ser bastante afortunado por tener tu atenci...

El sonido de otra llamada entrante interrumpió la conversación, haciendo que el castaño centrara su atención en la pantalla unos segundos, segundos en los que Steve se hizo esa pregunta que sabía no podría pronunciar: ¿Quién es?, deseaba saber, pero no quería ser un entrometido, así que cuando el Alfa volvió a prestarle atención, lo único que pudo decir fue:

—¿Todo bien?

—Si, cosas del trabajo, hoy me reuniré con una socia, una vieja amiga de hecho, después te platicaré de ella.

—De acuerdo, esperare —dijo con una sonrisa, pero en su interior pensaba en si esa mujer era Alfa, Beta u Omega y en si era hermosa o no, negó, si Tony le había dicho que era solo una vieja amiga, debía creerle, pero no podía evitar sentirse un poquito, solo un poquito, inseguro.

—Será mejor que me apresure a empezar el día y que tú, Señorito, vayas a dormir.

—Sonaste igual que el Sr. Edwin —rio divertido.

—¡No puede ser! —gritó espantado mientras se tocaba el rostro—, siento como las arrugas empiezan a invadirme —logrando que el Omega se carcajeara.

—No seas dramático —aun riendo—, aunque tuvieras mil arrugas seguirías siendo atractivo.

—Eso solo tú puedes creerlo —dijo, con una mirada brillante.

—Puede que tengas razón, pero apuesto todo lo que tengo a que será verdad.

—Entonces más vale que cumplas con tu apuesta cuando llegue el momento, Precioso —brindándole una hermosa sonrisa.

—Puedes contar con ello —correspondiendo a su gesto, con las mejillas sonrojadas.

—De acuerdo, buenas noches, Stevie, duerme bien, te quiero.

—Buenos días, Tony, ve con cuidado al trabajo, te quiero más —colgando el teléfono.

Y así, el día terminaba para uno y empezaba para el otro.

Metió su celular dentro del bolsillo y entró al dormitorio a través de la ventana, el cambio de temperatura lo hizo estornudar llamando la atención de Sam, quien terminaba de acomodar su cama para meterse en ella.

—Te dije que usaras una bufanda, Steve —negando con una sonrisa.

—Lo sé, prometo que a la próxima la usaré —riendo culpable—, creí que Pietro seguiría aquí —mirando a todos lados.

IN HIS BLUE EYES - PRIMERA PARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora