Capítulo 25

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Los fuegos artificiales cubrían el cielo nocturno en rojo, blanco y azul, mientras el tenue sonido de gritos y vítores en la lejanía llegaban a sus oídos, la sensación del pasto fresco debajo y el tibio calor del cuerpo contrario a su lado los hacía sentir confortados.

—¿Estás feliz? —preguntó Tony ladeando su cuerpo hacia el rubio, apoyando su brazo en el pequeño cojín.

—Sí, me he divertido hoy —respondió, imitando los movimientos del mayor, encontrándose con su mirada.

—Me alegra —acariciando su mejilla, haciendo sonreír.

—Sabes, el primer cumpleaños que recuerdo haber celebrado es muy parecido a este —acomodando un mechón del cabello castaño—, mis padres me llevaron hasta la terraza del edificio donde vivíamos y nos recostamos sobre una manta para mirar las estrellas, mi madre me dijo que tenían un regalo para mí, que estaba en el cielo y que debía esperar para verlo —sonriendo por el recuerdo.

—Ya veo —sonriendo atento.

—Mientras esperábamos mi padre me enseñó las constelaciones, estaba tan concentrado escuchándolo que cuando el primer fuego artificial iluminó el cielo yo quedé impresionado —desviando su mirada hacia arriba—, supe en ese instante que ese era mi regalo y cuando mamá me dijo que era solo para mí yo... lo creí —sonriendo divertido—, jamás había visto algo como eso, era casi como magia —mirando nuevamente los brillantes ojos avellana—, después de eso, se volvió una costumbre para nosotros salir y mirar mi regalo en el cielo cada cumpleaños —suspirando, desviando su mirada y volviendo a su posición inicial—. Lo cierto es... que más que ver las luces en el cielo, lo que más me gustaba era sentir las manos de mis padres sosteniendo las mías mientras las mirábamos, si cierro los ojos aun puedo sentir su calor calentando las mías.

—Es un bonito recuerdo —pensando también a sus difuntos padres.

Pasaron unos minutos en silencio, solo escuchando sus propias respiraciones, sintiendo el viento mover sus cabellos, hasta que el rubio volvió a hablar:

—Por supuesto, tiempo después me enteré del porqué de los fuegos en esta fecha, pero a mí no me importaba, yo seguía sintiendo que eran para mí —dándole una sonrisa al Alfa, quien se la devolvió enternecido—. El año pasado mamá estaba muy débil y aunque me insistió en que subiera a verlos, le dije que no, que prefería estar con ella, fue la primera vez en años que no los vi —sintiendo un nudo en su garganta—, creí...que ya no lo volvería a hacer —sintiendo una lagrima resbalar por su mejilla, limpiándola rápidamente—, después de todo Bucky no sabía de esta tradición, me alegra que hayas aceptado, gracias —dijo, sintiendo la mano del Alfa tomar la suya, haciéndolo mirar la unión y después a él.

—Steve, si quieres llorar, hazlo, prometo ayudarte a secar tus lágrimas cuando termines —acercándose a él, envolviéndolo en un cálido abrazo, notando los espasmos de su pequeño cuerpo mientras escuchaba quejidos ahogados; sintió su corazón encogerse y un nudo formarse en su garganta—. Sé cuánto duele extrañar a tus padres así que no te contengas —acariciando suavemente su cabello.

Pasaron varios minutos en los que liberó un poco de sus feromonas para calmar al pequeño Omega que ahora sollozaba débilmente, no sabía en qué momento se había sentado sosteniendo al rubio en su regazo, pero cuando lo vio más tranquilo, le dijo:

—Steve, sé que no tengo derecho a decirte esto, pero... de ahora en adelante, si me lo permites, prometo seguir esta tradición contigo —limpiando su bonito rostro para enfocarse en sus brillantes ojos azules.

—Gracias, muchas gracias —sonriendo levemente, sintiéndose embriagado por el aroma del mayor, buscando mayor contacto.

Después de estar abrazados por unos minutos, solo sintiendo sus corazones en total armonía, fue Steve el que habló:

IN HIS BLUE EYES - PRIMERA PARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora