Capítulo 3

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Steve quedó asombrado al entrar a la mansión del Sr. Edward, no podía creer que estaba parado a mitad de un lugar tan bonito, un enorme candelabro colgaba del techo y todo estaba perfectamente limpio y reluciente, miró las paredes y sonrió al ver pinturas pegadas en ellas, se acercó lentamente a una que llamó su atención y la miró fascinado mientras sonreía, hasta que el sonido de un carraspeo lo hizo volver a la realidad, se volteó y enfocó sus ojos en el Alfa quien lo miraba divertido, se sonrojó, no había podido decirle que en realidad no era una chica sino hombre y además un Omega, pero en su defensa, por lo último el castaño no había preguntado, aunque había temido que si le decía lo habría echado de su auto en ese mismo instante, casi siempre los Alfas solían ver a los Omegas de su clase como timadores que solo buscaban su dinero y aunque él no lo era, normalmente siempre terminaba siendo catalogado dentro de ese grupo, suspiró, al menos su condición de defectuoso le había ayudado mucho para que el Alfa creyera que era Beta, normalmente todos lo creían al conocerlo, suspiró nuevamente, de todas formas el Sr. Edward no tenía por qué saberlo, solo dormiría ahí por esa noche y después se iría, no sin antes devolverle el favor, claro estaba.

—Dormirás en la habitación que Jarvis te asigne, cualquier cosa que necesites puedes pedírsela —entrando en ese momento el mencionado, un atractivo hombre algo canoso que intuyó era un Beta, quien al verlo le sonrió amablemente.

—Buenas noches, Señorita, es un placer conocerla, si me acompaña por favor —estirando su mano en dirección a las escaleras.

—Mucho gusto Sr. Jarvis —acercándose al hombre.

—Si me disculpan tengo cosas que hacer, buenas noches, espero que descanses —dijo el castaño mirando a la jovencita con una sonrisa, para dar la media vuelta y retirarse, pero a los tres pasos sintió una mano tomar la suya.

—Sr. Edward, muchas gracias por dejarme quedar aquí hoy, espero pagárselo muy pronto —dijo Steve con una tímida sonrisa y soltando su mano al percibir un delicioso olor a maderas y vainilla que lo dejó anonado.

—No tienes porqué niña —despeinando gentilmente su rubio cabello e intentando controlar el despliegue de su aroma ante tal muestra de agradecimiento —, descansa.

—Tenga una buena noche —dijo el mayordomo haciendo una venia a lo que él correspondió y salió de ahí rápidamente no sin antes verla por última vez.

Ya en su despacho se dejó caer sobre el sillón que ahí tenía, se desajustó la corbata y miró al techo ¿pero qué diantres había pasado? ¿por qué había traído a esa niña a su casa? ¿qué demonios sucedía con su cuerpo? ¿y por qué su corazón iba tan acelerado? ¿tendría problemas cardíacos?, no, imposible, ¡ella ni siquiera era Omega como para que sus feromonas lo atrajeran!, algo andaba mal con él y tendría que hacerse un análisis lo antes posible, suspiró exasperado, nunca le había sucedido algo así, desde pequeño su padre le había enseñado a controlar sus impulsos así como su aroma, ya que "es una falta de respeto y educación imponerte ante los demás con la excusa de ser un Alfa, excepto en algunas ocasiones en que sea necesario", decía siempre Howard, pues para eso existían otras formas de hacerlo, el dinero por ejemplo, era una de ellas así como los modales y la inteligencia, y esas tres herramientas él las sabía usar a la perfección, miró hacia la pared donde se encontraba un retrato de sus padres y sonrió, cuanto los extrañaba, su sonrisa se fue borrando hasta convertirse en una mueca, sin duda había sido descuidado y no podía darse el lujo de volver a cometer una falta como esa y menos en un lugar público, después de todo él era conocido como Tony Stark un egocéntrico multimillonario, genio, playboy y filántropo de 26 años con el mundo a sus pies, quien no dudaba en deshacerse de cualquiera que se interpusiera en su camino o que fuera una completa molestia, si, no podía darse el lujo de andar recogiendo a una chiquilla y ofrecerle donde dormir, pero ese no era el problema, el problema era que había sucumbido ante esos preciosos ojos azules y no estaba seguro de si sería capaz de alejarse de ellos.

IN HIS BLUE EYES - PRIMERA PARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora