Capítulo 2

1K 105 4
                                    

Al estar nuevamente fuera sintió como el frío calaba su cuerpo, la nieve había empezado a caer dificultándole la vista, miró a todos lados tratando de encontrarla sin éxito, suspiró, ¿pero que le pasaba? ¿por qué actuaba así por una joven que ni siquiera conocía?, ni él lo sabía, tal vez fue algo en sus ojos azules que le hicieron portarse tan fuera de sí, corrió hacia la derecha doblando la esquina, avanzó una cuadra y ahí la vio, estaba sentada debajo de un farol, abrazando su cuerpo para entrar en calor, tenía la cabeza gacha pero no parecía estar llorando, se acercó lentamente hasta ella y sin pensarlo mucho se quitó su gabardina para dejarla caer sobre sus pequeños hombros.

Cuando sus ojos nuevamente se encontraron con los azules sintió como el mundo se detuvo y sus manos empezaron a sudar, ¿ahora que debía decir?, ¿pensaría que era un Alfa acosador o algo parecido?, bueno, no lo sabría hasta que hablara, miró fijamente su rostro, el cual era cubierto por un maquillaje demasiado cargado, seguramente para hacerla parecer mayor de lo que era, pero su rostro pequeño y sus facciones delicadas la delataban, bajó hacia su cuello que era cubierto por un grueso listón bordado, intentó encontrar su aroma entre todos los que le rodeaban pero al parecer no desprendía uno propio ¿era una Beta?, pensó, eso no le importaba y por ultimo observó su cuerpo que debajo de su gabardina y esa chaqueta color beige que traía puesta se veía aún más pequeño de lo que era, ella le sonrió y dijo:

—Buenas noches Sr., no le pude agradecer adecuadamente hace un momento —con una pequeña sonrisa y una voz que no correspondía a su apariencia, era una voz un poco más grave, pero lo ignoró ya que para él sonaba dulce—. ¿Se ha perdido?

—Podría decirse que si —mirando a todos lados y cayendo en cuenta que no sabía dónde se encontraba, sonrió y tomó asiento a su lado—, solo esperaré a que Happy me encuentre —tecleando algo en su teléfono para después volver a mirarla.

—¿Happy? —preguntó intrigada.

—Si, es mi chofer y guardaespaldas, te agradará —mirando los copos caer—, y dime niña ¿qué estás haciendo aquí? —sin resistir la curiosidad.

—Bueno, aquí es donde dormiré —pasando su mano por su nuca en señal de vergüenza—, no quiero molestar a Bucky, ya demasiado ha hecho por mí.

—¿Bucky? —volvió a preguntar, tratando de ignorar por un segundo el estado precario en el que se encontraba.

—Mi mejor amigo, un idiota, pero con un gran corazón, estoy seguro de que se reirá de mi cuando sepa que logré que me echaran en tiempo récord, con lo que le costó convencer a la Sra. Hill —suspirando derrotado.

—¿Y cómo duraste tanto en ese lugar?, quiero decir, aquel sujeto era un idiota, pero supongo que debió haber más antes que él —sin notar la forma en la que la joven se había dirigido a sí misma.

—Bueno... —riendo por un recuerdo—, casi siempre eran las Alfas las que me pedían y cuando les contaba mi historia terminaban por desistir, por supuesto hubo uno que otro sujeto, pero las damas que me conocen siempre llegaban en mi rescate, solo que esta vez no pude evitarlo, pero gracias a usted Sr. no tuve que esperar a romperle la cara en la habitación —mirándolo mientras cerraba los puños, haciendo ademan de querer luchar, lo que provocó una risa en él.

—¿De verdad lo hubieras golpeado? —alzando una ceja, incrédulo.

—Por supuesto, podría haberlo hecho toda la noche —volviendo a su posición inicial—, ahora solo debo tratar de encontrar otro trabajo, pero es difícil, nadie quiere contratar a un menor de edad y menos cuando ven mi complexión —poniendo sus pálidas manos en sus mejillas.

—¿Cuántos años tienes? —preguntó.

—Diecisiete.

Su ceño se frunció al escucharla ¿cómo le habían permitido a una menor de edad trabajar en ese lugar?, negó, por eso no le gustaban ese tipo de sitios, la miró, si, seguramente ella era una de muchas que diariamente vivían la misma condición y ese pensamiento no le agradó.

—Ya quiero ser mayor de edad, así podré tener más oportunidades de conseguir un empleo—estirando su mano para atrapar un copo de nieve—, solo quiero que el tiempo pase más rápido ­—suspirando pesadamente.

—¿Y tus padres? —volvió a preguntar sin poder evitarlo, e iba a retractarse de sus palabras cuando ella lo miró y dijo:

—Papá murió cuando apenas estaba en primaria, era un soldado increíble y mamá, bueno, ella hace medio año lo acompaña, era enfermera, desde entonces vivo por mi cuenta, gracias a Bucky he podido seguir adelante, ¿sabe? cuando vivía mi madre nunca había tenido que mendigar por comida, no es que fuéramos ricos, pero nunca nos faltó lo básico, pero ahora —suspirando nuevamente—, es difícil, pero definitivamente no quiero ir a un hogar para huérfanos, solo me tendrían ahí medio año y no llegaría a ni un lado, por eso antes de que pudieran encontrarme, escapé —con una sonrisa traviesa.

—Increíble —solo pudo decir, al parecer esa pobre niña no la había tenido fácil.

—¿Qué más podía hacer? —riendo—, y bueno, después de insistirle por mucho tiempo a Bucky logré que fuera a abogar por mí con Madame Hill y aunque en un principio había entrado como ayudante de limpieza, porque esa había sido la condición de Bucky para dejarme trabajar ahí, yo fui y le pedí a Madame que me dejara trabajar como acompañante, la verdad no sabía si mi decisión era correcta, pero la paga era mucho mejor y la necesitaba así que decidí intentarlo, al final no fue para mí —mirándolo por un segundo—, perdóneme si hablo demasiado Sr., pero es que me inspira confianza —jugando con el listón en su cuello mientras sonreía.

Tony estaba a punto de preguntar algo más cuando la limosina que conocía bien paró frente a ellos, segundos después salió Happy con un paraguas que abrió para cubrir a su jefe y a su acompañante de la nieve que empezaba a caer con más fuerza.

—Niña, te presentó a mi gran amigo y guardaespaldas, Happy Hogan —señalando al mencionado quien solo veía suspicaz la escena, su jefe estaba sentado en la acera al lado de una pequeña jovencita, negó, a veces olvidaba lo excéntrico que solía ser.

—Un placer Sr. Hogan, mi nombre es Stev...phani Rogers —levantándose y estirando su brazo hacia el hombre.

—Señorita, igualmente —tomando su mano mientras sonreía para después dirigir su vista al castaño—. Jefe, debemos irnos —abriendo la puerta trasera del vehículo.

—Por supuesto —levantándose de su lugar, sacudiendo su ropa y subiendo rápidamente al auto, un segundo después volvió su cuerpo hacia afuera y dijo—. ¿Qué esperas niña? ¿no me digas que creíste que te dejaría aquí sola? en medio de la noche y con este frio ¿tan mala persona crees que soy? además, es mejor dormir en una cama que en el pavimento ¿no estás de acuerdo? —con una sonrisa confiada, extendiéndole su mano para que la tomara, pero al ver que esta dudaba dijo—. Oye, no estoy acostumbrado a ofrecer mi ayuda y mucho menos dos veces, así que debes considerar esto como un evento único, entonces... ¿qué decides?

Decir que no estaba ansioso sería mentira, aunque no lo demostrara por dentro tenía los nervios al mil, sus feromonas bullían descontroladas por todo su cuerpo, poniéndolo en alerta, sonrió tiernamente para infundirle confianza, esa niña despertaba un increíble instinto protector que nunca había sentido por nadie, definitivamente no la podía dejar sola y abandonada a su suerte, no cuando él había experimentado en carne propia lo que era quedarse sin padres siendo joven, sintiéndose totalmente solo en el mundo.

Al sentir su fría y pequeña mano tomar la suya su corazón volvió a latir con normalidad y no pudo evitar sonreír mientras inconscientemente su olor a maderas y vainilla inundaba el auto, sorprendiendo así a Happy quien muy pocas veces había podido percibir las feromonas que su jefe desprendía y provocando un sonrojo en las mejillas de la joven que no dudó en subir al verlo sonreír.

Cuando la puerta del auto fue cerrada, Tony ladeó su cuerpo hacia la izquierda para quedar de frente a ella, sonrió, ya con su aroma neutralizado y dijo:

—Señorita Rogers, déjeme presentarme —extendiendo su mano—, mi nombre es Edward Stark, encantado de conocerla —con una sonrisa genuina.

—Sr. Edward —tomando su mano, correspondiendo a su sonrisa—, muchas gracias por salvarme.

—Fue un placer —soltando su agarre—, ahora cuéntame ¿qué más necesito saber sobre ti? 

IN HIS BLUE EYES - PRIMERA PARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora