Capítulo 42

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Pasaron unos minutos abrazados en silencio, solo sintiendo el contacto de sus cuerpos y sus respiraciones ir al compás, y fue solo hasta que el rubio dejó escapar una pequeña risa que la burbuja que habían creado se rompió.

—El Profesor tenía razón —dijo Steve por fin, separándose del Alfa.

—¿Profesor? —preguntó el castaño, curioso, mientras tomaba la mano del menor para depositar un beso, haciéndolo sonreír.

—Si, él dijo que me querías y que tendrías una explicación para todo lo que había pasado.

—Ya veo, me agrada —sonriendo mientras acariciaba su cabello.

—A mí también, es muy amable —sonriendo alegre.

Tony no pudo preguntar más sobre aquel Profesor porque en ese momento el estómago del Omega protestó.

—Creo que es mejor que vuelva a mi dormitorio y coma algo —dijo, intentando controlar el calor en sus mejillas.

—Te llevaré —dijo, sonriendo encantado al verlo sonrojado—, dejé mi auto estacionado aquí cerca, vamos —ofreciéndole su mano.

—De acuerdo —dijo, tomándola mientras le sonreía feliz.

Cuando llegaron frente a los edificios Tony aparcó y dijo:

—Está servido, Señorito —con voz teatral haciendo al Omega reír.

—Te escuchaste igual que el Sr. Edwin.

—¡Ay no! —exclamó el Alfa, fingiendo dolor —siento las arrugas cubrir mi rostro.

—No seas dramático —soltando una carcajada.

—De acuerdo, ¿mañana tienes el día desocupado? —preguntó, jugando con sus dedos en el volante.

—No ¿por qué? —respondió el rubio, curioso, ladeando su cabeza.

—¿Te gustaría pasar el día en la mansión?, Jarvis te ha extrañado y Janet quiere conocerte, si no tienes problema puedes quedarte a dormir y el lunes temprano yo vendría a dejarte.

—¿De verdad?, ¡me encantaría! —dijo poniendo una sonrisa brillante.

—Perfecto, entonces vendré por ti mañana temprano —dijo aliviado, pues por un momento creyó que se negaría.

—De acuerdo.

—¿A las ocho está bien para ti? —preguntó, tomando su mano.

—Claro, pero ¿no tendrías que levantarte muy temprano?, digo, acabas de volver y...

—No tengo problema si se trata de ti, Precioso —acariciando el dorso.

—Entiendo —dijo, sintiendo el calor en todo su cuerpo y su corazón acelerarse ante la sensación—, creo que es mejor que entre ya.

—Bien, te veo mañana, te quiero —dijo el castaño, depositando un beso en su mano.

—Y yo a ti, Tony —dándole un rápido beso en la mejilla.

Inmediatamente después salió del vehículo y corrió hacia la entrada, sin detenerse a mirar atrás, dejando al castaño con el corazón revoloteando de felicidad.

Cuando Steve entró a su habitación, la encontró vacía y al llamar y no recibir respuesta supuso que Sam estaba en la habitación de Pietro; sintió su celular vibrar y vio un mensaje que Tony le acababa de enviar, donde se leía: "Ya quiero que sea mañana"; aquello dibujó una enorme sonrisa en su rostro, tan grande que sintió sus mejillas estirarse.

IN HIS BLUE EYES - PRIMERA PARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora