Mi idilio con Aurora duró el resto de mi adolescencia y parte de mi adultez temprana. La considero una época de autodescubrimiento, deseo y una pérdida significativa. Fue con ella que tuve los días más tranquilos y mundanos de mí vida. Por fin podía decirme a mí mismo que era feliz de nuevo.
Recuerdo que pasaba la mayoría de mí tiempo libre yendo a teahouses con ella; yo, al ser alguien de pocas palabras, dejaba que Aurora acaparara el noventa por ciento de la conversación. Eso me gustaba. Podía escucharla por horas sin aburrirme o cansarme. Sus ojos se iluminaban siempre que tocaba el tema de su tiempo como actriz; cada noche de función fue maravillosa y ella se sintió una diva aunque su escenario fuera modesto. Sus descripciones eran tan vívidas que se dibujaban por sí solas en mí mente.
Nuestras personalidades, aunque distintas, nunca nos causaron conflicto. Éramos una pareja común, pura y romántica excepto las noches previas a las exploraciones. No sé si era por el ardor de nuestras cortas vidas o el hecho de que quizás esa noche podría ser la última, pero siempre nos poníamos nerviosos como si fuera la primera vez. Aurora, temblorosa, iba a mi habitación a hurtadillas, con el mismo sigilo de cuando dejaba sus notas bajo mi puerta. Yo la recibía con el corazón casi explotando y un bulto cálido entre las piernas. El anhelo mermaba mi razón a pesar de saber que no podría cruzar el límite que ella había impuesto.
Moría de impaciencia.
Abrí la puerta y me encontré con Aurora en su camisón de dormir, sonriéndome. No dijo nada. Y no necesitaba hacerlo. Solo se lanzó a mis brazos y me besó. Su lengua cálida me cortó la respiración y la estreché levantando el rostro para profundizar su beso.
—Te eché de menos—susurró, aunque solo habían pasado dos horas desde que nos vimos.
Aurora cerró los ojos al sentir mi lengua recorrer su cuello, luego subir al lóbulo de su oreja y regresar. Dejó que soltara los botones delanteros del camisón y desnudara sus hombros. Ella, sin poder esperar más, bajó un poco más el camisón para permitirme mirar sus pechos. Los aprecié mordiendo mi labio inferior.
—Aurora...—murmuré, para acariciarlos con delicadeza. Acto seguido la besé en los labios. La deseaba tanto que me dolía. Ella se estremeció y correspondió de inmediato y pegó su cuerpo al mío. Gimió contra mi boca. Estrujé sus pechos un rato más y, abruptamente, dejé de besarla. Aurora protestó y entonces subí su falda para ver el resto de ella. Lejos de avergonzarse, abrió las piernas ante mi mirada. Estaba húmeda y ansiosa, lista para recibirme. Pero sabía que no iba a pasar. Ella siempre se detenía en cuanto yo expresaba el más mínimo anhelo de penetrarla. Eso me frustraba, pero era consciente de que era su cuerpo y yo no tenía derecho a molestarme. No quería sexo a la fuerza, y si acariciarnos mútuamente y sentir nuestros cuerpos era suficiente para Aurora, entonces lo aceptaba.
—Ven aquí—dije tomando su mano. Ella me miró sentarme en la cama y desabrocharme los pantalones, después la tomé de la cintura con ambas manos y la guié para que se acomodara sobre mis piernas, viéndome de frente. Aurora cerró los ojos al sentir el roce de la punta. Ese era el límite: la fricción. Podía sentir su entrada, pero nada más. Marqué un ritmo leve, arrancándole suspiros. Me restregué a ella despacio, conteniéndome para no ir más allá.
Volví a besarla y ella me estrechó más fuerte, como si me retara. Me detuve para tomar aire, eso era demasiado. Era tanto el placer que me sentía morir en este mismo instante. Mi alma apenas y se sostenía, un rato más y terminaría ascendiendo, perdiéndose para siempre. Cerré con delicadeza los labios en uno de sus pezones. Aurora enredó los dedos en mi cabello y arqueó el cuerpo cuando le di una leve mordida.
Sonreí y volteé a verla, luego lamí justo donde se separaban sus pechos, saboreando el tul de sudor caliente.
—Levi...Levi...
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El libro de Josephine
FanfictionCon tan solo diez años de edad, Levi es llevado por su mentor a un burdel para que tenga sus primeras experiencias sexuales. Pero las cosas no ocurren como se esperaba, y Levi sigue con su vida tratando de comprender a las mujeres a su alrededor y l...