Erwin Ackerman
Miro a mi padre de soslayo. Estoy sentado a su izquierda, así que no puede verme. O eso supongo. ¿Qué tan ciego está de ese ojo?
Mamá, Norman y Hans están en la cocina decorando galletas de azúcar. Cantan, ríen y hacen mucho ruido. Tienen el mismo temperamento y eso me hace sentir un poco fuera de lugar. Yo soy más como papá, lo que me hace diferente a mis hermanos. También el hecho de que soy mayor. Cumplí doce el mes pasado. Norman tiene diez y Hans tiene ocho. Todos somos varones.
—¿Más té, Erwin?—me pregunta y yo asiento cerrando la novela que tenía frente a mí en la mesa. Papá toma la tetera y me sirve llenando la taza hasta el borde, deteniéndose en el momento exacto para no derramar ni una sola gota. Esta vez lo veo mejor. Su rostro es demasiado terso para un hombre de su edad y no tiene canas todavía. Es en momentos como estos en los que recuerdo que él no es un hombre normal, que pertenece a un linaje de superhumanos y que hay características que se quedarán con él por el resto de su vida. Me pregunto si yo también las tendré.
Hay rasgos de papá que me gustaría tener. El cabello negro, por ejemplo. Pero el único que corrió con esa suerte fue Hans.
—¡Mamá, mira, ya terminé!—lo escucho gritar desde la cocina.
—¡Ahh, que lindo!—responde ella—. ¿Es una tortuga?
—No, es una rana.
Norman ríe.
—¡Jaja, no sabes dibujar ranas!
—¡Ni tú sabes dibujar gatos!
—¡No es un gato, es un zorro!
Contengo un suspiro.
—¿Por qué no vas a divertirte con ellos?—me pregunta papá, sosteniendo su taza con las puntas de los dedos.
—Son muy ruidosos.
Él me sonríe.
—Solo un poco.
No puedo evitar sonreír también.
—¿Cómo fue que terminaste con alguien como mamá? Yo no podría tolerar a una esposa como ella.
Él baja la mirada, como si estuviera recordando algo.
—Eso es muy simple. Verás...mi vida fue, tú sabes...
—Caótica.
Volvió a sonreír.
—Qué vocabulario tan amplio. Sí, caótica. Pasé por muchas cosas, era una acción constante. No podía bajar la guardia. Eso me mantenía vivo. Después llegué aquí, ya no hubo guerra y esa acción constante desapareció. Y mi vida se volvió...
—Estática.
—Eso mismo. Creí que estaría en paz así, y en parte fue cierto, pero sentía que necesitaba algo. Una sacudida. Entonces conocí a tu madre y eso pasó. Ella me hizo volver a ese constante movimiento. Su energía es contagiosa, Erwin.
Justo entonces mamá, Hans y Norman salieron de la cocina con las galletas decoradas. Norman le tendió una a papá, tenía el dibujo de una "x" blanca y azul.
—Me gusta mucho, Norman—dijo él—. ¿Qué es?
Norman se cruzó de brazos ligeramente ofendido.
—¿No es obvio? Es el emblema de la legión. Connie me enseñó a dibujarlo antier.
—Ya veo.
—Yo te hice esta—me dijo Hans, tendiendome una con el dibujo de una tosca mariposa—. ¿Te gusta?
—Me gusta mucho.
Mamá volteó a verme y sonrió.
—Para la próxima decoraré con ustedes—dije.
—Eso sería fantástico.
Volteé a ver a mí padre. No dejaba de contemplar a mamá.
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El libro de Josephine
FanfictionCon tan solo diez años de edad, Levi es llevado por su mentor a un burdel para que tenga sus primeras experiencias sexuales. Pero las cosas no ocurren como se esperaba, y Levi sigue con su vida tratando de comprender a las mujeres a su alrededor y l...