¡Apagalo!
Jane Miller
Intento entrar con Ares en la sala de operaciones, pero me detienen en la entrada.
— Señorita no puede entrar - me ordena una enfermera
— Necesito entrar - digo desesperada por entrar
— Le ruego que nos deje hacer nuestro trabajo para poder ayudar a su amigo - me dice cerrando las puertas
Las lágrimas no paran de rodar por mis mejillas. Mi espalda se desliza por la fría y dura pared hasta llegar al suelo. Rodeo mis brazos en mis rodillas y tapando mi rostro en medio de mis piernas.
Un amargo sabor aparece en mi boca. El nudo en mi garganta hace que no pueda tomar bien mi respiración.
Mis sollozos siguen presentes y más cuando empiezo a recordar en el estado de Ares antes de entrar en el Hospital.
Los momentos más bonitos que he vivido con él se hacen presentes en mi cabeza, haciendo que me sienta más culpable de lo que ya me siento.
Toco mi pecho cuando se me encoge con la promesa que me hizo cumplir Ares. "Rómpeme el corazón una y otra vez, pero nunca me apartes de tu vida"
Le prometí que nunca dejaría que él se alejara de mi o que yo lo alejara de mi vida, sea la que sea nuestra situación.
Y ahora todo es un caos, hace unos días estaba decidida abandonarlo y alejarlo de mi por solamente haber recuperado mi memoria y volver a reencontrarme con el amor de mi vida.
Y ahora la persona que me salvó y me protegió está luchando por su vida dentro.
Tomo una larga respiración levantando mi cabeza y estrelló mi puño en la pared.
Todos mis errores han tenido consecuencias.
Toda mi vida ha sido sufrir, he nacido maldecida por la muerte.
Sacudo mi cuerpo contra la pared por todos los lamentos de mi vida.
Las primeras personas que ame, fueron mis padres y acabaron muertos.
Después apareció mi ángel guardián, Cain. Salvo mi vida a cambio de la suya.
Apareció el amor de mi vida, Connor. Lo torturaron y alejaron de mí, por solamente amarme.
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Grupo Alfa (Libro 1)
Teen FictionJane Miller es calculadora, un rostro hermoso, una belleza envidiable, capaz de lograr que hasta el mas importante de los hombres se ponga de rodillas a sus pies. Hace tres años atrás a ella, solo la mirabas a los ojos y eran los únicos que mostr...