Capítulo 55

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CENIZAS

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CENIZAS

Christopher Mcgarret


He estado toda mi vida peleando con los demonios de mi cabeza, los que me hacen perder el control cuando menos me lo espero, mi trastorno es quien me convirtió en la bestia que soy, pero mis padres tuvieron también su parte.

Ellos me convirtieron en esto cuando perdí la luz y empecé a caminar por la oscuridad ciego.

Todos eran demonios que me rodeaban anhelando a que me convirtiera como ellos, pero una sola persona era la que me hacía sentir humano.

Bianca Miller la luz que una vez tuve.

La mujer que dio la vida a mi hijo, la mujer que amé y que siempre amare. Ella aguantó hasta que no pudo.

Saber que mis propios padres le hacían daño y no poder hacer nada, era lo que me dolía más, era un maldito cobarde.

Recuerdo los llantos de ella, cuando me pedía que no podía más, que no podía seguir en la mansión junto a mis padres.

El día que ella huyó de la mansión con mi hijo, supe que ya no me quedaba nada. La ira me llevó a odiarla, pero cuando supe que mi hermano la ayudó, fue lo que colmó el vaso de mi ira.

Ella dejó una carta, me pedía disculpas, ella sabía que la amaba mucho como también sabía que ella me amaba, pero ya no quería seguir viviendo en la tóxica familia que tenía y mucho menos que nuestro hijo creciera en ese ambiente.

Meses después supe que mi padre dio la orden de que la capturaran y le quitaran a mi hijo, para convertirlo en un monstruo sin escrúpulos y eso no lo permití.

Sabía que Bianca no iba a volver, sabía que ella estaba con otra persona, sabía que ella había reconstruido su vida con otro hombre, por culpa de mis padres.

Pero mis padres no iban a volver a interponerse en mi camino, porque estaban muertos.

Los mate, mate a mis padres y a cada uno que hizo sufrir a la luz que una vez tuve. Disfrute ver los cuerpos muertos de mis padres, pero no me quito un peso de encima.

Cuando pasaron dos años, busqué a Bianca. Rápido la encontré, porque Nick era un soplón y sabía que él seguía en contacto con ella.

Me dolió verla feliz con otro que no era yo, pero me volvió la felicidad cuando ella me dejó entrar en su casa.

Sabía que ella me seguía amando, cuando me dejó besarla y ella me siguió el beso, llevándonos a otra cosa.

Grupo Alfa (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora