Con toda la alegría del mundo, Alain corrió hacia los dos rubios que se alejaron recientemente, aconsejado por Jade.
Con algo de esfuerzo, avanzaba tan rápido como pudo hacia aquel punto ciego donde se situaban en ese momento. Si no fuera por el asma que aún conservaba desde su más pequeña niñez, habría llegado mucho antes hacia ellos.
Cansado ya fue a un paso más lento, casi inaudible el sonido de sus pasos. Sólo la agitada respiración y aceleradas pulsaciones del pelinegro se podía oír en aquel espeso paisaje.
Alain con su mirada perdida en el suelo logró recuperar algo de fuerzas, acelera un poco más el paso, que paró en seco al ver a Caroline y Nathan dándose su primer beso -o al menos que él supiera- nada más levantar sus ojos al frente.
La decepción arraigó en lo más profundo del pelinegro, que había pasado desapercibido debido al beso. Éste se escondió detrás de un árbol que había a su derecha, para así ocultarse de los dos.
-De todas formas era irremediable, ¿no?- se dijo para sí, auto-calmándose- Yo nunca tuve la oportunidad, si es que me ilusiono demasiado...- pensó mientras trataba de contener una lágrima.
Ya dándose la vuelta para no ser descubierto por la pareja, un fuerte ruido se escuchó detrás suya.
-Nathan, ¿q-qué ha sido eso?- preguntó asustada Caroline.
-No lo sé, vayamos a ver- dijo dispuesto a investigar.
-¿Estás loco?- dijo Caroline parándola en seco- ¿Y si es una horda?
-¿Y si es alguien en peligro?- preguntó serio- Si no quieres ir de acuerdo.
-¡Ni hablar!- gritó agerrándose a su brazo- Lo último que debemos hacer es separarnos, ¿acaso eres tonto?- preguntó ya dejándole con poca circulación en el brazo en el que se aferraba.
-¡A-Ayudaaa!- gritó desde allá. Nathan no dudó mucho en ir corriendo tras aquella persona que pedía ayuda.
-¡Nathan!- gritó nuevamente Caroline.
Alain tampoco se lo pensó dos veces para ir tras Nathan, por sorpresa para Caroline, que se asustó bastante, ya que apareció de la nada.
-Alain, ¿qué haces aquí?- preguntó Caroline.
-Os estábais alejando demasiado, me preocupásteis- mintió el pelinegro con un pequeño rencor en su pecho y una falsa sonrisa en sus labios-. Me voy, no vaya a ser que le pase algo- insistió con intención de alejarse de ella.
-Alain- dijo con voz demandante-. ¿Es cierto que lo acosabas? ¿En ese sentido?- esa pregunta sorprendió a Alain, aunque no era de esperar, acababa de leer el diario.
-Ahora no es tiempo para esas cosas- insistió nuevamente, cansado de su voz.
-¡Alain, contesta!- gritó Caroline.
-Ser gay no implica que lo esté acosando- respondió tajante-. Además, me rechazó, lo tienes todo para ti, así que déjame en paz si lo quieres vivo un día más- y con esa brusca sugerencia salió corriendo por el rubio.
Dejando plantada a la rubia con la palabra en boca, fue corriendo hacia el idiota con buenas intenciones de Nathan. Tras unos segundos consiguió alcanzar a Nathan, que tenía una mirada decidida, hasta que giró ligeramente su mirada hacia Alain.
-¿Q-qué haces aquí?- preguntó incrédulo.
-Escuché un ruido y te ví dejando a Caroline plantada- alzó una ceja confuso-. A las damas no se las dejan plantadas- rió con simpatía.