"16 de diciembre 2017, aprox. 24 horas después de mi primer encuentro con aquellas cosas.
Todo se tiñó de rojo en un abrir y cerrar de ojos, todavía no me hacía a la idea de lo que estaba sucediendo. Por mi desgracia y suerte a la vez, no tenía nada que perder y lo poco que apreciaba estaba junto a mí. Mirándolo por el lado bueno, ahora estaba en unas eternas vacaciones... Pero si quiero que duren debo estar atento a todo lo que me rodea; y cuando digo a todo, me refiero a todo: desde el más mínimo ruido hasta los desconocidos que tienes al lado, teniendo en cuenta que uno de ellos parece ser un acosador.
No tengo nada en contra de los gays, pero... Éste no me agrada demasiado. Me parece demasiado perfecto, como si lo hubieran sacado de una película tipo Hollywood, el muy condenado se las hubiera apañado bien en el mundo de la estética... Esos brazos, cara bonita, buen cuerpo, ¿qué más se podría pedir? Qué envidia de hombre...
...Ahora que estoy hablando demasiado -a mi parecer- de este chaval, siento como si el acosador ahora fuera yo.
¿Qué estaba haciendo yo ahora? Pienso que esto dará para largo, y si salgo vivo para poder contarlo pienso escribir todos mis recuerdos en un papel. Quiero que mis recuerdos permanezcan grabados.
Sé que nadie leerá esta basura autobiográfica pero siento la necesidad de hacerlo, por mi propio bien, o al menos eso supongo. Y sé que suena a mariconada que un chico escriba en un diario, pero tengo mis motivos. Sólo necesito una libreta donde pueda escribir. Ahora, sólo tengo esta pequeña libretita, pero con pocas hojas, ya no tengo más espacio..."
Esto es todo lo que Nathan escribió en la libreta rosa que encontró en la guantera, junto a unos papeles del auto mientras se apoyaba cómodamente en el asiento del copiloto. Después de terminar de escribir, la guardó en el mismo sitio que estaba anteriormente.
Bostezó energéticamente mientras se estiraba. No hacía mucho que se había despertado. Después de recomponer su mandíbula, miró a sus alrededores. No había nadie cerca suya, lo cual le agradaba. Que sea el fin del mundo no supondría que tuviera que hacerse amigos de ellos rápidamente, después de todo era una persona tímida y fácil de irritar.
-Pufff, ¿y ahora qué hago?- se preguntó el rubio, que no desplazaba su vista a la nada. Al final se decidió por acercarse a las chicas, que conversaban tranquilamente.
Como el que no quería la cosa, Nathan se acercó lentamente hacia ellas. Ambas estaban sentadas en la misma roca donde el encuentro incómodo que tuvo con Alain. Fugaces recuerdos pasaron por su mente y se paró en seco, con una extraña y calurosa sensación que recorría su cuerpo. Éste sacudió su cabeza y cerró los ojos con fuerza para olvidarse de los hechos y adelantó con seguridad.
Las chicas empezaron a reírse, y pararon al ver a Nathan acercarse a ellas.
-Buenos días, dormilón- dijeron a la vez sonrientes. Él sonrió y se acomodó con ellas, sentándose en el pasto.
-Buenos días, chicas. ¿Qué tal habéis dormido?- preguntó curioso. Ambas asintieron a la vez.
-Muy bien, aunque extraño mucho mi cama... Hizo mucho frío anoche- dijo apenada Caroline.
-Sí, a finales de otoño es normal que haga frío- dijo Jade entre escalofríos-. Ajo y agua...
-Seh...- asintió Nathan- Bueno, ya encontraremos unas enormes fundas nórdicas para todos- contestó sonriente.
-¿Pero de mientras podemos hacer una piña entre los cinco?- preguntó la chica de las pecas. Los dos rubios asintieron entusiasmados- Eso me gusta más.... jaja.
