—¡Nathan, no te sueltes!— gritó Alain mientras sostenía con todas sus fuerzas su propio peso más el de su pareja.
—¡Alain, no seas imbécil, suéltame ahora mismo!— le volvió a insistir. La rama de la que dependían los dos jóvenes para no caer por aquel precipicio repitió el mismo crujido de hacía unos segundos— ¡Si no me dejas caer morirás!
—¡¿Y tú qué, pedazo de idiota?!— le preguntó histérico— ¡No te pienso soltar, ¿me oyes?!— apretó con más fuerza la mano herida del rubio y unas lágrimas caían al vacío.
—Ah, me haces daño...— se quejó— Alain, quiero que sepas que siempre te querré, no importa lo que pase, siempre te querré con todas mis fuerzas— dijo sacando un objeto punzante de su bolsillo—. Jamás me olvidaré de ti— confesó con los ojos vidriosos.
—¿De qué hablas?— preguntó angustiado el pelinegro— ¿Cómo no lo voy a saber si has sido mi acosador todo este tiempo?— sonrió amargamente.
—Perdóname.
—¿Cóm--? ¡AH!— no le dio tiempo a terminar la frase, Nathan le había clavado el cuchillo en la mano. Debido a la sorpresa, la mano de Alain se aflojó, dejando a éste caer— ¡¡¡NATHAN!!!
—¡¡Ahhg!!— Alain abrió los ojos como platos, levantándose de la cama con una agitada respiración. Segundos más tarde, Alain se dio cuenta de que se trataba de un sueño, más bien una pesadilla. Su mano pasó por su mano derecha, viendo la pequeña cicatriz que conservaba de aquel suceso que hubiera deseado con toda su alma que nunca hubiera pasado— ¡Tsk!— chasqueó la lengua afligido, con ganas de llorar.
—¿Qué te pasa, Alain?— entró en la habitación Theo lo más rápido que pudo con una clara señal de preocupación.
—¿Eh...? Uh, un mal sueño, perdón si te molesté...— se disculpó el pelinegro, limpiándose los ojos— ¿Qué hora es...?
—Son las siete, sigue durmiendo— le pidió el mayor.
—Ya no podré dormir— le avisó Alain.
—Peeero, te vas a quedar aquí acostadito aunque no duermas— tumbó a Alain lentamente y éste le miraba fijamente a los ojos—. ¿Por qué me miras así? No me podré resistir si sigues así— sonrió socarrón.
—¿De qué manera te estoy mirando?— le siguió el juego.
—Mmmm, no lo sé, tú sabrás...
Theo ya le había tumbado en la cama y ambos se quedaron mirando fijamente. Tras un par de segundos que para ellos se les hicieron eternos, sus labios se fundieron en un beso casto. Pico a pico, esos besos comenzaron a intensificarse algo más, hasta el punto de usar las lenguas en un lento baile donde ambas bailaban a la par, sin prisas pero con pasión.
Cuando sus labios se separaron, unas tiernas sonrisas se dibujaron en ambas bocas. Theo se alejó de él y le volvió a arropar con la manta que Alain no sabía de su existencia.
—Duerme— le ordenó. Alain rodó los ojos y no le quedó otra que aceptar.
Sabía de sobra que no conseguiría dormir durante una hora entera, así que se quedó observando el techo mientras pasaba el tiempo como si de una tortuga se estuviera comparando.
El cerebro de Alain era simplemente magnífico. ¿A qué subconsciente se le ocurre soñar con la "separación" de tu ex pareja después de haber tenido sexo con otra persona? Sólo a él. Y no sólo era esa ocasión, ese recuerdo se transformaba en sueños con mucha frecuencia. Ese sueño le perseguía reiteradamente.