Eddie tras presentarse al grupo que se había mostrado en parte hostil con él, cansado de huir de tantos grupos que se encontraba en el camino. Los mayores lo miraron como si tuvieran un problema más, y tampoco es que fuera mentira, pero no tenía por qué serlo.
—Yo no quiero problemas, mañana cuando salga la luz me iré, sólo estoy aquí porque no me ha quedado otra— explicó pacíficamente el intruso.
—...
El grupo quedó en silencio, mirándose entre ellos como si se estuvieran debatiendo qué hacer con él. Finalmente, Michael anunció la respuesta del grupo sin alejar al agresor del suelo.
—¿Estás sólo? ¿No hay nadie contigo?
—Voy por mi cuenta.
—Sabes, estamos en una aldea y...— intentó Abby terminar la frase, hasta que el chico de las pecas intervino.
—No puedo quedarme aquí, tengo que llegar pronto a Seattle.
—¿De dónde eres?— preguntó Brad.
—¿Acaso importa? Debo partir mañana, lo siento por el incidente de antes... ¿Blaine?
—¡Es Glaine, idiota!— le gritó enfurecido.
—Perdón— se disculpó el ojiverde para cruzarse con los ojos grises de quien le había pegado momentos atrás y sentirse intimidado por la ira que desprendía de éstos.
—Ahora compórtate, Glaine— le advirtió Michael antes de dejarle libre.
Éste se levantó con el orgullo herido y se llevó con él la chica joven. Eddie quedó rodeado de los adultos y el joven afroamericano.
—Ignora a Glaine y Brandy, son unos idiotas malcriados— los denominó el señor.
—No lo dudo, señor— respondió Eddie.
—No me fío de ellos, Abby, ven conmigo— le pidió el hombre y ella obedeció.
Brad quedó al lado de Eddie en silencio, y nadie dijo absolutamente nada, causándose entre ellos algo de incomodidad.
A Eddie no le dolía tanto la nariz, aunque la notaba algo inflada. La verdad es que estaba algo aterrado por la presentación que tuvo, pero tampoco es que tuviera otra opción o lo hubiera hecho mal, no tuvo la culpa. Bueno, sí. En fin, ¿a quién le importaba?
Eddie perdió también la costumbre de hablar con alguien que no fuera el mismo, y el personaje que tenía a su izquierda parecía querer entablar una conversación. Suspiró algo inquieto y decidió ceder aunque hubiera perdido la práctica y no le apeteciera demasiado.
—...Washington DC— contestó Eddie a la pregunta que antes no quiso responder.
—Bastante lejos, ¿por qué este viaje, Eddie?— continuó la conversación algo inquieto e interesado Brad, sorprendido por recibir respuesta en una pregunta que veía perdida.
—Debo encontrar a cierta persona...— dijo con la mirada perdida, evocando recuerdos que le hacían hervir la sangre, pero no debía mostrar a un desconocido.
—No es asunto mío, pero espero que consigas tu objetivo, si no lo devoran o matan antes— le apoyó.
—No, debo encontrarle antes de que eso pase... Significa mucho para mí.
Sí, debía estar vivo para poder torturarle lenta y dolorosamente, cortarle las falanges, romperle las extremidades y ahorcarle con sus propias tripas mientras se deleitaba con el llanto y la agonía de dicha persona... Mmmm, con sólo imaginárselo su espina dorsal sentía un satisfactorio escalofriante. Tenía tantas ideas en la cabeza para herirle que no pensaba que cuando llegase ese día no podría cumplir todas sus sangrientas fantasías...