¿Qué es lo que se siente al estar solo sin compañía cuando el mundo se echa a perder? Nathan Rodson lo sabe perfectamente, pero para él le fue indiferente, no necesitaba que fuera el fin del mundo para estar solo; eso ya venía de fábrica en él. ¿Pero a él le importaba? Para nada.
Nathan Rodson es un chico de dieciséis años de cabellos rubios con una ligera degradación más oscura en las puntas, con ojos color marrón y piel algo bronceada. Él era un chico muy desconfiado y solitario, además de independiente. Nunca recurría a nadie para aclarar sus dudas y parecía un chico agresivo, por lo que la gente no se atrevía a acercare a él. Sin embargo, Nathan era un chico muy soñador, siempre tenía una excusa para estar en su mundo de yupi.
Nathan fue abandonado cuando no era más que un niño de dos ó tres años en el orfanato Loose Hands y, aunque fue acogido, nadie cuidaba realmente de él, se valía por sí mismo y además tenían a más críos que cuidar, un trasto menos para ellos. Lo único que tenía antes de ser abandonado era un collar con una grande gema de color rojo intenso, su único recuerdo en forma de accesorio. Algo que le gustaba hacer era leer libros de misterios y terror en la vieja biblioteca que tenia el orfanato que nadie visitaba, pero era una mina de oro para los amantes de la lectura, era fácil perderse en sus pensamientos allá dentro.
Eran las siete de la mañana cuando Nathan se levantó y se preparó para ir a las clases. Hacía frío afuera, por no hablar del viento tan fuerte que despeluchaba a cualquiera.
Molesto, iba al instituto, pero antes de las clases siempre se iba hacia una colina no muy lejos del centro, donde se podía ver el hermoso amacener anaranjado contrastando con varios tonos azulados y amarillentos. Fusionado con la tranquilidad de un nuevo día se tumbó observando cómo poco a poco el sol asomaba desde el horizonte.
Entonces escucha unos pasos, pero él sólo ignora el sonido que escuchaba levemente. Cada vez sonaba más fuerte. Como le empezaba a irritar un poco se giró para ver qué era lo que irrumpía en su tranquilidad. Al girar se extraña por ver una figura de un chaval alto y esbelto, con una piel pálida, cabellos negros con ligeros tonos azulados y ojos azules como el cielo. El desconocido se quedó quieto esperando respuesta de Nathan, pero como vio que no daba señal de vida fue él quien rompió el hielo.
-Hola Nathan, cuánto tiempo que no nos vemos- dijo con una enorme y perfecta sonrisa, con un ligero rubor en sus mejillas.
-¿Nos conocemos?- dijo algo tajante. El chaval le sorprendió esa respuesta, pero a Nathan no le importaba mucho.
-Parece que no me recuerda, me presentaré de nuevo- dijo sentándose al lado de Nathan mientras hacía una ligera pausa-. Gray, Alain Gray. Encantado de conocerte- dijo estrechando la mano.
-¿El placer es mío?- dijo mientras estrechaba la mano- Supongo que ya no me hace falta presentarme... ¿Acaso eres mi acosador? No hay nada especial aquí
-Wow, qué directo eres- dijo sonriendo y a la vez sorprendido-. Puedes estar tranquilo, no soy uno de esos, además, eres muy especial créeme- dijo guiñando el ojo-. Yo sólo vine para avisarte.
-¿Avisarme?- dijo Nathan extrañado y a la vez asustado de las palabras del tipo que apareció de la nada.
-Te recomiendo que no vayas a las clases, algo malo está por venir, deberías irte lo más rápido posible al sur, todavía no han llegado allá- dijo totalmente serio.
-¿De qué me estás hablando?- preguntó con una mueca de extrañeza- No sé qué es lo que consumes, pero déjalo, no te hace ningún bien- dijo con total despreocupación. No tardó mucho en levartarse e irse, pero había algo que le impedía escapar de aquella incómoda situación.
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