Recuerdos

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—Mmmm— musitó el rubio, recién despertado.


Lentamente abrió sus pesados párpados. No recordaba cómo pudo llegar allá, y lo único que recordaba era su última charla con Alain, cuando le ofreció su barrita y poco más. Se dio cuenta de que esto era prácticamente un secuestro y se alarmó. Miró a su alrededor y no podía ver absolutamente nada, solamente la falta de iluminación.

Queriendo levantarse, se dio cuenta de que estaba maniatado y que además tenía sus manos en la espalda. Al mover las yemas de sus dedos notó que tenía a alguien a sus espaldas.




—Al fin despertaste— susurró Alain.


—¿Dónde demonios estamos?— preguntó acobardado el rubio.


—Bueno, si lo supiera te lo diría pero, como comprenderás, nos han secuestrado— dijo con cierto retintín de sarcasmo en sus palabras.


—¿Y tú por qué no te despertaste antes de que acabáramos así?— le regañó Nathan.



—Me di un susto de muerte cuando te vi en el suelo, no hace falta que me lo eches en cara tú también— se giró para poder verle lo mejor posible, con un semblante cargado de culpabilidad, lo cual sorprendió bastante a Nathan.


—¿...Te hicieron daño a ti o al resto?— desvió la mirada cortado.


—No, nos llevaron aquí por las buenas— contestó, haciendo que el rubio se sintiera más aliviado por dentro—. Al parecer nos habrán asaltado con la intención de saquearnos, puesto que se han llevado el coche.


—¿Cómo? ¿Y los demás?


—Están en otra habitación, creo...— dudó al contestar.


—Qué charlatanes son nuestros huéspedes— dijo una voz desconocida.


Se encendieron las luces y vieron entrar a un hombre que rondaría los treinta años, quizás. Un hombre bastante arreglado para los tiempos en los que estaban, con una perilla bien cuidada y morena, y cuyos ojos eran ambarinos. Se veía bastante alto, potente, con poderío.

Poco después se dieron cuenta de que estaban en una habitación muy amplia, a pesar de los varios trastos que los rodeaban. El mayor tomó una silla y se sentó expectante. Ambos maniatados observaron fijamente durante un largo tramo de tiempo al hombre que no dijo palabra.



—¿Qué pasa? Continúen con vuestra conversación, no os molesto— dijo con un extraño brillo en los ojos mientras hacían un ademán con las manos para restarle importancia su presencia.


—¿Quién eres tú y por qué estamos así?— preguntó Nathan molesto.


—Mi nombre ahora no importa, y ya comprenderéis por qué estáis aquí según cómo os comportéis— dijo sonriente.


¡¡Ataque zombi!! (Gay / Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora