Ladrones de magia

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Alain no se lo pensó dos veces, abrió la puerta con brusquedad y buscó a Dallas agobiado por desconocer su estado actual. En cuanto lo vio hizo exactamente lo mismo que Jade cuando quedaron a solas: abrazarle como si no hubiera un mañana.

—¿Estás bien? ¿Te duele? ¿Necesitas ayuda?— le interrogó su mejor amigo abrumado por la gran venda que cubría su costado.

—A-Alain, tranquilo— le pidió el peliblanco. El otro lo terminó haciendo a pesar del trabajo que le costó—. Estoy bien, ya estoy fuera de peligro.

—D-Dallas...— le llamó con los ojos acuosos. No era necesario decir más, simplemente se abrazaron otra vez para encontrar la paz.

En ese mismo momento, Theo entró preocupado. Ambos se separaron y el mayor se acercó lentamente al dúo, ambos con las lágrimas saltadas. Se quedó mirando al peliblanco un pequeño rato afligido y apoyó suavemente su mano en el hombro de Alain con intenciones de reconfortarle.

—¿Todo bien?— preguntó el líder. Dallas asintió modesto— Me alegro, de veras.

—Gracias— agradeció cortés Dallas. Hubo unos segundos de silencio que se hicieron quizás demasiado largos.

—¿Dallas, exactamente qué pasó?— preguntó incómodo el mayor de los tres.

—Todo fue tan rápido que no sabría decirte...

—Tranquilo— dijo Alain—, de todas formas están Luke y Nathan para contar los hechos, más Julia y su compañero, cuenta lo que recuerdes.

—Verás...— empezó a hacer memoria— Fuimos a mirar cómo quedaban nuestras trampas, y no había nada en ninguna. Todo empezó cuando leímos una nota que nos dejaron.

—¿Una nota, dices?— preguntó incrédulo Theo.

—Sí, por lo visto, habían aprovechado nuestras trampas— recordó con ira, apretando los puños con fuerza.

—... Madre mía, eso no me lo habían dicho— susurró Theo cansado.

—Y cuando íbamos a avisaros mataron a Agnes de un hachazo en el cuello— continuó tétrico—. Luego vinieron otras personas y nos lanzaron flechas, una de ellas aquí— rió incómodo queriendo quitarle hierro al asunto.

—...— Alain no dijo nada, sólo se llevaba las manos a las sienes preocupado.

—¿Entonces sólo han sobrevivido cinco de diecisiete personas?— cuestionó sin poderse creer lo que estaba sucediendo.

—Sí, me temo que sí...— contestó cabizbajo el testigo de la masacre.

Theo no contestó, pero sus manos temblaban, la presión que sentía en esos momentos no tenía palabras para describirse. Ahora mismo tenía todo un refugio en peligro y varias personas muertas. ¿Qué debía hacer ahora? ¿Cómo se lo iba a decir ahora a todos?

Se llevó las manos a la cara muy tenso y se adentró en su oscura burbuja. Intentaba mantener la calma, ser firme, pero la situación le podía. Nunca había tenido esta clase de problema y tampoco sabía cómo salir de ello.

Alain, quien estaba al lado suya no pudo hacer mucho por él aparte de reconfortarle igual que Theo había hecho con él.

—¿Pero de dónde vienen si nunca los hemos visto?— preguntó agobiado.

—Quizás hayan llegado aquí hace poco— sacó su hipótesis el pelinegro.

—¿Y ahora qué hacemos...?

—Tranquilo, Theo, yo veo una solución fácil, es cuestión de encontrar su escondite— llamó la atención del moreno el herido—. En cuanto me recupere encontraré su refugio y los mataré.

¡¡Ataque zombi!! (Gay / Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora