Justo en el momento en el que Nathan se dejaría morir por Caroline aparece aquel loco y le salva el pellejo. Por un momento sus sentimientos contradictorios colapsaron y ya ni sabía lo que sentía. Pero eso sí, sentía que la adrenalina recorría por todo sus venas.
Y ahora no sabía por qué mierdas este loco le estaba abrazando. Por fin bajó de las nubes y reaccionó.
-¡EHH! ¿¡Qué coño me estás abrazando, inútil!?- gritó histérico con un rojo que le recubría su cara.
-Pensé que te haría falta- dijo con una enorme sonrisa. Caroline miraba asustada de Alain-. ¿Quién es ella?- dijo Alain señalándola, lo cual hizo que se pusiera nerviosa.
-Caroline Jolie- dijo indiferente-. Es una amiga. Más o menos- dijo con un leve sonrojo. Alain se acercó a ella muy sonriente y se presentó.
-Hola, yo soy Gray, Alain Gray- dijo con mucha educación- ¿Puedo llamarte Carol?- Ella asintió. Nathan, comenzó a explorar la azotea para asegurarse del perímetro de los alrededores, hasta que empecó a oír algo.
-No es por molestar, pero creo que deberíamos estar alerta- interrumpió serio, acercándose a la puerta que conectaba con las escaleras, siendo unos extraños gemidos y sonidos primitivos los que los alertaron-. Deberíamos bloquear el paso para que no entren y pensemos cómo salir de aquí, ¿no creen?- preguntó alzando una ceja.
Alain obediente, buscó algo con lo que pudiéra mantenerlos separados de ellos. Encontró unas cuatro mesas y tres sillas, lo suficiente para cerrar el paso.
El rubio se acercó a la barandilla de la azotea y miró detenidamente el perímetro. No había gran cosa, a fin de cuentas era pequeño el instituto. Veía un par de chicos correteando por el patio sin éxito alguno. Aún seguía sin creérselo, pero lo que estaba viendo era 100% real, quisiera o no. Por más que buscara alguna pista no encontraba nada que le llevara a saber cómo entró aquella cosa que devoró a aquella choni.
Había leído tantas historias de asesinatos y actividades paranormales que pensaba que encontraría una solución rápida como las que tenían aquellos protagonistas de sus novelas favoritas.
Lo que le hizo pensar, ¿cómo llegó Alain hasta allí?
-Alain- dijo mirando detenidamente hacia el césped del instituto. Él y Caroline se acercaron sin decir palabra alguna, apoyándose perezasamente en el borde-, ¿cómo has llegado hasta aquí?
-Muy fácil- dijo señalando al muro que hacía frontera entre el centro y el bosque-. Es muy fácil pasar por ahí, ¿sabes?- dijo mirando a la nada- Vienen del norte y probablemente ya habrán llegado al pueblo que hay no muy lejos de aquí- señaló, esta vez, en dirección contraria, que daba lugar al pueblo y al orfanato donde vivía Nathan.
-Mi familia- susurró Caroline lo suficientemente alto como para que se enterasen-. ¡Mi familia, mi familia!- gritó una y otra vez, cada vez más alterada.
Estaba por caerse de la impresión, pero con suerte Alain la recogió a tiempo, evitando golpes innesesarios. Su respiración era agitada e irregular, no podía pensar con claridad.
-¿¡Y ahora qué hacemos!?- dijo con lágrimas asomándose por sus cristalinos ojos- ¿¡Cómo vamos a salir de aquí también!?- dijo cada vez más alto, escuchándose de fondo los gemidos que indicaban la llegada que aquellos indeseados seres.
-Carol, cálmate, gritar no nos ayudará- dijo Alain tratando de consolarla. Ella no estaba poniendo de su parte; sus llantos y su ansiedad podían con ella, provocando mucho más ruido. Si no fuera por las mesas y las sillas que sellaban el paso, habrían entrado. Y lo peor de todo es que no parecían ser pocos.