Inefable © ✔︎ (SGL2) [Cristiana]

Capítulo 7 : la noche del 27☾︎

Aunque ande en valle de sombra de muerte,No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Salmos 23:4

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Este capítulo contiene escenas de +16. Si eres menor y decides leerlo queda bajo tu responsabilidad.

Era sábado por la noche. Las llaves de Liz tintineaban en su bolsillo movidas por su inquieta mano. El deseo ardiente por descubrir su pasado la impulsaba hacia el abismo.
Quizás allí encontraría algo que le indicase dónde estaba la tumba de su padre. Y qué había sido de la niñera de la foto.

El miedo fue sustituido por curiosidad.

No sabía qué buscar en el almacén de Rosa. Ni siquiera qué podría encontrar.Aunque lo presentía.

La imagen clara del amante de su madre la asediaban. Le genero asco.  Había dejado que ella saliese de aquella casa sin avisar a Rosa. Pero debía cubrirle las espaldas.

Abrió la puerta que daba acceso a varios almacenes. Era un pasillo estrecho y largo. Había puertas a ambos lados.

Para llegar a la suya era necesario caminar hasta el fondo del pasillo y aquello no era tarea sencilla. Debía atravesar almacenes con personas peligrosas en su interior.

Cruzó el pasillo. Apretó el llavero encerrando las llaves en sus manos para detener su sonido.

Una voz lejana pero familiar la alertó. No se detuvo.

Agradeció que aunque el olor a marihuana llenaba la estancia y podía escuchar alguna que otra risa estridente en el interior. Ninguno tuviese la puerta abierta.

Se decía que eran almacenes de muebles viejos. Pero lo único que envejecía eran las personas. Dentro la droga conservaba su valor. Un secreto a voces. Al ser sábado varios de ellos se dedicaban a empaquetar en el interior.

Con la esperanza pendiendo de un hilo observó a su alrededor. Nadie podía ver lo que estaba a punto de hacer.

Sacó una llave oxidada y la introdujo en la cerradura. Aunque los años habían pasado. Aún conservaba la llave de aquel lúgubre lugar.

Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando cerró la puerta tras de sí. Rosa solía enjaularla allí para que empaquetase la droga. Vivía aterrorizada. Aunque tuviese la llave en su poder no tenía el valor para irse. Hasta que conoció a los indomables. Aquello cambió muchas cosas.

Rosa le había prohibido abrir las cajas de su padre. Y no lo había hecho. Hoy sería el día.

Se ajustó la chaqueta que llevaba y encendió la linterna.