A Liz no le importaba morir... hasta que la amenazaron. Su vida, ya sumida en el caos, se complica aún más cuando secretos y mentiras empiezan a salir a la luz. Entre la traición de quienes la rodean, el embarazo inesperado de su mejor amiga, y una...
Y aunque tu principio haya sido pequeño, Tu postrer estado será muy grande. Job 8:7
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La bolsa oscura era observada por la joven que aún no se atrevía a abrirla. Era el regalo de Melantha. Llevaba casi dos semanas sin tocarlo.
Suspiro con pesadez. Tocó la bolsa por décima vez y se decidió. Sacó lo que había en el interior.
Cuando la abrió encontró en ella un album de fotos. Observó la tapa ocre, le dió la vuelta. Ningún escrito por fuera.
Al abrirlo pasó página por página, todas eran fotos de la boda de Munna en la india.
Era una burla. Volvió a cerrar el álbum y lo guardó en lo profundo de un cajón. Quizás Kali se alegraría de ver la boda de su hermana, pero ella no. Había visto en más de una ocasión las miradas acarameladas que le dedicaba Marc a Mun en el restaurante. No podía ser indiferente al dolor que ella había visto en sus ojos cuando decidió marcharse tras su bautismo.
Kali entró cantando com un montón de ropa para guardar. Se pusieron a ordenar.
-Kali quería darte las gracias porque ...
-¿Por qué?
-Has vivido cosas duras y has logrado confiar en Dios siempre
-es el único que no me va a fallar
-¿Como lo haces? Fuiste capaz de dejarlo todo por Jesús. Incluso a Carlos.
-¿Es sobre chicos que quieres hablar?
-¡No! Osea... ¡No!
Kalila se rió con intensidad. Aunque al observar su mirada ocultaba una profunda tristeza.
- Te gusta ¡Oh Dios! ¡te encanta Al..!-siguió Kali.
-Shhhh. -tapó su boca. Después se levantó y cerró la puerta-Te escucharán...
-¿Crees que le gustas?
-No lo sé pero...
-¿Pero?
-No lo sé Kali.. Creo q no soy suficiente para él. Se merece algo mejor
La expresión risueña de la joven cambió. Se peinó los rizos hacia atrás.
-¡No digas eso! Tú eres suficiente porque Dios te dió valor
- Él es un gran siervo de Dios
-¡Y tú una hija de Dios! Eres valiente, decidida, leal y con un corazón grandísimo.
-¿Y si no es lo que Dios quiere?
-Ora. Él te lo dirá
La pantalla del teléfono de Liz se encendió. No tenía sonido. Aún así vieron el número de Allan. Que registró esa misma semana.