Capítulo 49: Aire ☾︎

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Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
Marcos 16:17-18

Liz quería gritar

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Liz quería gritar. No sabía cuanto tiempo había pasado o si el evento había terminado.

Intentó abrir la puerta. No tenía fuerza.
Algo la atascaba desde fuera.

Cerró los ojos. Dos lágrimas salieron.

Recordó una de sus últimas lecturas :

Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, Y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo.
Los que siguen vanidades ilusorias, Su misericordia abandonan.
Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; Pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová.
(Jonás 2:7-9)

Jesucristo su salvador tenía el poder para hacer lo imposible. Salvarla.

Aún no entendía porqué Wenn no la había matado. Podría asegurar que no la creía muerta, sino que encerrarla allí era parte de su plan. La nariz palpitaba de dolor. Y su pierna apenas aguantaba en esa posición. Rozó con sus dedos la tela donde se encontraba la herida y chilló.

El aire se le escapaba. El tormento y la agonía comenzaron a llenar sus pensamientos.

Por un segundo creyó que Wenn quemaría todo y la mataría pero no olía a humo.
Aunque no podría saberlo. Su nariz taponada se lo impedía.

La puerta se abrió.
Cerró los ojos con fuerza deseando chillar pero solo suplicó.

—No sigas... —murmuró. Jamás había suplicado por nada pero cada poro de su piel temía.

—Lizzy...¡Dios!

Unos ojos intensos la miraron. Sus brazos la rodearon sosteniéndola. Un aplauso en la planta baja se escuchó. El evento continuaba. Allan la observaba con inquietimud

—Voy a llamar a la ambulancia

Sostuvo su cuerpo con una mano. Con la otra llamaba a emergencias. La pelinegra alcanzó a mirar la estancia. La puerta abierta y un palo de escoba trabando el armario. El gato, la madre y Wenn habían desaparecido. Su nariz no cesaba de palpitar. Su pierna pesaba.

—Me voy a caer Allan.

—No nena... Ya van a llegar. Espera por favor

Liz le miró. Con las pocas fuerzas que le quedaban colocó ambas manos en su rostro. Mirandole con intensidad. El teléfono de Allan cayó.

-Amor mío -murmuró. Sus ojos perlados le observaron cristalizados. Acercó su rostro y juntó sus labios.
Allan no se movió. El corazón de ambos se aceleró. 
Cuando Liz se separó colocó su cabeza en su hombro y su cuerpo quedó inerte. El castaño la agarró con fuerza.

-¡Liz! Despierta ¡Despierta!

Wenn entró. La puerta abierta la alertó.

-Branwenn se acabó - la firmeza en la voz de Allan no dejaba lugar a duda.

Las manos de Wenn temblaron. De alguna forma todo lo que llevaba en su interior se estremeció.

-En el nombre de Jesús -continuó el chico y ella cayó al suelo aterrada ante tal autoridad.

Liz no se movía. Allan la sostenía en sus brazos pero las fuerzas se le agotaban. 

Tumbó con cuidado su cuerpo en el suelo. Las manos le temblaron cuando vió con claridad la sangre brotar de su pierna. Se puso tan pálido que creía que vomitaría. Cerró los ojos intentando olvidar la fobia tan tenaz que sentía.
"Ora" le susurró una voz
Se arrodilló a su lado sosteniendo la mitad de su cuerpo en su regazo.
Oró por sanidad. Demasiada sangre brotó.

—Jesús. Tú eres su sanador... Llevaste nuestras enfermedades en la cruz. Haz un milagro, te lo suplico Jesucristo, salva su vida...

Liz abrió los ojos con lentitud. Tosió, recobró el sentido. Allan glorificó a Dios. Ella parpadeó un par de veces y se lanzó envolviendo con sus brazos el cuello de Allan.

—¿Cómo estás?

—Mejor

Wenn continuaba en el suelo, arrodillada y temblando.
Una dama de ojos oscuros apareció. Liz la identificó con rapidez. Quiso gritar pero solo logró mirar a Allan con angustia.

Ella caminó con lentitud hacia ambos.

-¡Levántate ! -ordenó a su hija

-No puedo

La mujer recorrió los pasos que quedaban. Allan pálido, no podía hablar. El rostro de ella mostraba su alma,perversa.
Liz trató de levantarse pero aquel ser agarró su cabello y tiró de él.
Una patada  dejó sin aire a Allan que trataba de ayudarla. Se dobló del dolor. La sangre que brotaba de la herida de Liz mareó sus sentidos.

—Kek tendría que estar aquí para verlo pero me conformaré con que tu novio lo vea

Allan deseaba correr a ayudarla pero la palidez en su rostro indicaba que estaba a punto de desmayarse.

Ella agarró el brazo de la chica que luchaba por alejarse y lo estrelló contra el radiador.

Liz aulló de dolor. Volvió a cogerlo y lo estrelló otra vez. Las lágrimas surcaron su rostro. El cuerpo de Allan se contrajo.

—  No podrás destruirme... — murmuró.

Agarró su brazo y volvió a lanzarlo contra el radiador. El grito de Liz quedó para siempre grabado en la mente de Allan.

***

Bieeeen.No es miércoles pero ajaaa
En el siguiente capítulo se sabrá que fue lo que en realidad le pasó a Hugo. Ya queda poco para el epílogo bellezas ❣️

Con cariño para todos mis hermanos en Jesús,

Ailana

Inefable © ✔︎ (SGL2) [Cristiana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora