11.- Primeras clases

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El clima templado de las mazmorras le dificultaba a Tom decidirse a levantarse de su confortable cama, hasta que un gong sonó en toda la habitación. Al momento, los prefectos varones de quinto y sexto año entraron ordenando que se levantaran.

Tomó sus cosas y fue a ducharse al vestuario compartido. Si bien había disfrutado de tener una habitación para él solo en su casa por cuatro años, el crecer en un orfanato le había otorgado mucha experiencia y no le costó alistarse entre el ir y venir de sus compañeros. Se terminó de cambiar ignorado por los demás: Dolohov y Rosier bromeaban entre ellos mientras que Mulciber y Nott salían de la habitación ya cambiados.

Tom salió del cuarto y fue a la sala común, en donde los estudiantes mayores aguardaban en pequeños grupos, hablando o bromeando. Un par de esos grupos dejaron de platicar al ver entrar a Tom, lo que hizo que se sintiera incómodo.

El muchacho vio una pequeña mesa libre, cerca de la chimenea. Se sentó en ella y sacó un pergamino y una pluma de su mochila. Tenía media hora antes de que fueran a desayunar por lo que decidió escribirle a sus padres. En eso estaba cuando Mary Greengrass y Sumta Xurana se acercaron a la mesa.

– Buenos días – Las saludó con una sonrisa nerviosa.

– Buen día – Le dijo Mary, con su rostro serio y su cabellera rubia atada en un rodete, sentándose enfrente de Tom. – Por qué estás en Slytherin? – La pregunta sorprendió al muchacho.

– Porque el sombrero así lo decidió, supongo –

Xurana se sentó en la silla que estaba entre Tom y Mary. Parecía descendiente de persas con su cabello morocho y ojos tan oscuros que parecían perlas negras; tuvo que admitir que era bonita. Xurana lo miró sonriendo.

– No quisimos ofenderte con la pregunta. Es que conozco a todos los de Slytherin de antes y tú eres la única anomalía –

– ¿Anomalía? ¿Qué clase de alumno de once años fuera de Ravenclaw usa la palabra anomalía? – Respondió Tom sonriendo.

La morocha le devolvió la sonrisa sin querer. Mary Greengrass reclamó la atención:

– Quiero saber cómo has podido hablarle a la serpiente la noche anterior. ¿Sabes realmente pársel? –

– Sí, como todo el mundo supongo – Le contestó con seriedad.

Greengrass meneó su cabeza negativamente.

– ¡Nadie hablar pársel! ¡No se supo que nadie hablara pársel en más de cien años! –

"Debe ser la cantidad de años que transcurrieron desde que los Gaunt se aislaron del mundo mágico" Pensó Tom. Miró el reloj.

– ¿Quieren desayunar conmigo? –

Las chicas lo miraron perplejas ante el cambio de tema. Lo vieron guardar sus cosas en su mochila y levantarse, y luego de compartir una mirada decidieron acompañarlo al Gran Comedor.

– ¿Conoces a otros que hablen pársel? – Pregunto Xurana mientras caminaban.

Tom ignoró la pregunta.

– ¿Juegan ustedes al Quidditch? –

– Yo he jugado pero mi madre dice que no es una actividad apropiada para chicas jóvenes. Mi padre dice que las chicas no podemos manejar la presión – Le respondió Mary, aceptando el nuevo cambio de tema.

Tom sonrió internamente; le hubiera gustado ver a alguien que le dijera a su madre que no podía manejar la presión.

– Mi padre jugaba de buscador, me dijo que todos los cazadores de su equipo eran mujeres –

Destinos AlteradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora