1 de Junio de 1940
James se sentó en un pequeño café en la París muggle. Su mesa estaba ubicada en un rincón del local, y sacó el periódico para leerlo. Sus encantamientos estéticos lo hacían pasar por un muchachito de 18 años de cabello rubio y ojos grises, y sin cicatriz.
París estaba en caos. Los ciudadanos se movían agitada y caóticamente. Veinte días atrás los nazis lanzaron sus guerras relámpago (o Blitzkrieg) sobre Francia y Holanda, que consistían en bombardeos aéreos iniciales seguidos de rápidos y furibundos ataques de tanques y ejército armado. Los parisinos temían ante la proximidad invasora. Solo durante el último mes una tercera parte de los habitantes de la gran ciudad se habían ido hacia las costas Atlánticas y Mediterráneas, mientras que los refugiados más pudientes emigraban a Inglaterra o a alguna de las colonias francesas.
Los ciudadanos franceses aún confiaban en su gobierno. La línea Maginot había sido construida después de la Primer guerra Mundial, y era una serie de búnquers y fortalezas ubicadas en las fronteras con Alemania que era considerada una maravilla de la ingeniería.
Los alemanes evitaron dicho obstáculo invadiendo Holanda y Bélgica. El ejército inglés fue enviado para asistirlos pero fueron rechazados y arrinconados en Dunkirk. Como la flota naval inglesa no daba abasto para recoger al total de sus tropas, los ciudadanos ingleses respondieron utilizando sus cruceros, yates e incluso botes para llevarlos de vuelta a Inglaterra. Mientras James estaba sentado disfrutando de su café, la evacuación continuaba.
Con Holanda y Bélgica fuera de combate e Inglaterra en retirada, el ejército alemán desplegó sus tropas hacia el sur, Francia. La línea Maginot no llegaba hasta Bélgica, por lo que los entrenados, altamente armados alemanes no tuvieron demasiados problemas para vencer la deficiente defensa francesa.
James estimaba diez o quince días más para que los alemanes llegaran a París; la ciudad aún negaba la posibilidad de la invasión, y sus habitantes lucían enojados o actuaban como si nada ocurriría.
La comunidad mágica también estaba en negación. James había llegado a París el 20 de Abril bajo el nombre de Wesley Roberts, junto a un grupo coordinado por el Ministerio de Magia inglés para intentar detener al Ejército Oscuro. El trabajo de James consistía en hacerse pasar por un joven inocente, camuflando su verdadera misión: proteger al grupo y hacer inteligencia.
El Ministerio de magia francés sorprendió gratamente a James ya que sus miembros parecían altamente competentes para enfrentarse al Ejército Oscuro; habían aprendido la lección del ministerio mágico polaco y se habían preparado mucho mejor.
James terminó su té, sabiendo que estaba siendo observado desde hacía algún tiempo. Su varita estaba en su mano, escondida por el periódico. No había visto quién lo seguía pero sabía que lo hacían desde que había salido de su hotel muggle.
Divisó a un sujeto vestido como un muggle perfectamente normal, pero sin embargo caminaba con una completa calma; todo lo contrario que los nerviosos muggles parisinos.
La joven moza se acercó para preguntarle si quería más café.
– Sí, y sírvame otro café más ya que espero compañía – Le contestó en su horrible francés.
La moza se fue y James continuó con su periódico; un par de minutos después una persona se sentaba en una de las sillas de la mesa de James.
– Buenos días, señor Roberts. Siento sorprenderlo de esta manera pero preciso conversar con usted – Dijo la voz en un acento parisino.
James observó al sujeto: edad media, cabellos y ojos marrones, estatura y peso promedio; perfecto para pasar desapercibido; perfecto para un espía.
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Destinos Alterados
FanfictionHarry ha derrotado a Voldemort, pero fue una victoria costosa. Aberforth Dumbledore presenta un plan para regresar y matar al bebé Riddle, pero Harry tendrá que quedarse allí 10 años. ¿Puede Harry alterar el destino del mundo mágico? Segunda Guerra...