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Al día siguiente, llegué a la escuela esperando ver a Sam temprano como siempre; sin embargo, no llegó a tiempo y empezó la clase sin ella. Una parte de mí quería contarle todo lo que había sentido el día anterior y lo que había pasado, la otra, sin embargo, me decía que no era buena idea. Como treinta minutos después de que inició la clase, Sam llegó. Entró sin pedir permiso y puso sus cosas en su mesa, el maestro no hizo preguntas.

—¿Hola? —pregunté.

—Perdón, hola —dijo Sam obviamente desanimada.

Traté de animarla molestándola con quitarle el gorro, pero solo lo agarró fuerte para arrebatármelo de la mano y se recostó en la mesa, me preocupó que fuera mi culpa.

—¿Sam?

—¿Sí?

—¿Estás bien?

Sam asistió aún con la cabeza contra la mesa, pero no le creí nada.

—¿Qué sucede? —pregunté.

—Kate.

—¿Sí?

—Dejemos esto para más tarde, déjame descansar.

Era la primera vez que Sam se portaba así conmigo, la dejé descansar y, por impulso, volteé rápido.

—Te quiero.

Ella rio, y me hizo una moción con la mano para que volviera a lo mío, eso hice. La clase continuó más aburrida que de costumbre y empecé a hacer mi primer apunte desde haber entrado a la escuela. Sam se quedó inmóvil por el resto de la clase y, más o menos, por el resto del día. Intentaba sacarle lo que pasaba, pero, al parecer, simplemente no quería hablar y no me quedó más que respetarlo. Estuvo callada a la hora del receso y hasta Becca y Chris se extrañaron.

A esa hora, también Becca y Chris me enseñaron emocionados que habían escrito una nueva canción en el medio de clases.

—Digo, no tenemos ni los acordes, pero ya es algo —comentó Chris.

—Y es más cliché que la anterior —añadió Becca.

—¿Se puede? —pregunté.

—Al parecer, nos superamos —dijo Chris.

Becca empezó a tararear la melodía mientras Chris cantaba los versos improvisados, la canción hablaba de algo bastante usado: reencontrar un amor perdido. Y no es que la letra fuese mala, solo que, definitivamente, éramos el cliché encarnado. Sonaba bastante alegre y, aunque la letra era triste, habían subidas en la voz que la hacían oír muy comercial.

—¿Qué opinas? —preguntó Chris entusiasmado.

—Sí se superaron —dije, riendo.

Sam también rio, eso me alegró un poco el día. No podía dejar de pensar en Grace por alguna razón y cuando lo hacía, me dolía el brazo... y también el orgullo. La verdad es que me preocupaba mucho el cómo siguiera, no me sacaba sus gritos de la cabeza y me daban escalofríos cada vez que recordaba lo débil que se veía después de la biopsia. Quería preguntarle a Sam si era normal y lo que seguía, pero no era el mejor momento, debía primero verla bien. Esperé hasta que terminaran las clases y me acerqué a ella.

—¿Ya nos vamos? —le pregunté.

—Si quieres, adelántate, creo que hoy iré sola —dijo.

—De ninguna manera.

—Kate...

—Vamos a la biblioteca y pedimos comida china. ¿Sí?

Sam respiró hondo y dudó.

Preguntas FrecuentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora