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El Año Nuevo lo pasamos cada quien con sus familias, aunque, obviamente, Sam y yo fuimos a darnos el abrazo temprano. El resto de las vacaciones no fue tan emocionante; Chris y yo nos la pasamos grabando lo que sería nuestro primer disco o «demo», Becca iba de vez en cuando a darnos ideas para las letras y, por supuesto, Sam y yo nos hicimos aún más inseparables, aunque ella constantemente se preocupaba por los asuntos de sus papás. Grace había regresado con Greg y, aunque lo de aquel día había sido un resbalón y realmente había dado por terminada nuestra relación mucho, mucho tiempo atrás, no podía evitar sentir, de vez en cuando, en la madrugada, el miedo de que la fuera a perder, no como novia, no como amiga, solo perderla; para siempre.

Con mucho trabajo, leí otro tomo de «Preguntas frecuentes», este era sobre guardarse los sentimientos, llámame ignorante, pero nunca he disfrutado la poesía y eso era más bien lo que eran; leer esos libros era como escuchar una canción de amor después de una ruptura, hacían a uno sentirse miserable por nada; no entendía la pasión que Sam les había encontrado.

Visitamos la biblioteca por lo menos tres días a la semana y, aunque no lo habíamos visto desde clases, estábamos muy emocionados por volver a la clase de Noel que, aunque siempre terminaba en discusiones con Sam, era la más divertida en el día, la única que sí hacía pensar, la única que sí retaba al intelecto; y lo digo yo, el que no lee. Dana ya estaba mejor y había refugiado su dolor en series de televisión. Y yo... Bueno, estaba queriendo mucho a Sam, todos los días y ya me sentía más seguro en eso de la música.

En el último día antes de entrar a clases, nos juntamos el grupo de sobrevivientes al apocalipsis zombi en casa de Chris, para escuchar el demo y darnos buenos deseos, cenamos juntos.

-Por un semestre aún más cool -brindó Sam, que estaba muy feliz de habernos conocido.

-Porque nuestra música nos haga ricos y famosos -brindó Chris.

-Porque me den más permisos para salir... -brindó Becca.

-Y encuentres novio -dijo Sam, interrumpiéndola.

-Y lo dices tú... -se defendió Becca, reímos-. Venga, Jace.

-Por... -pensé-. Porque pueda tenerlos conmigo siempre.

Todos levantaron su copa y brindamos. Chris prendió las bocinas de su sala y nos preparó.

-Es un demo y no soy productor profesional, pero esto es lo que hemos estado haciendo y...

-¡Ya ponlo! -gritaron juntas Becca y Sam.

Chris sonrió y desde su celular le dio play al disco. Me puse un poco nervioso, pero estaba muy feliz en ese momento. Nos quedamos callados, solo interrumpiendo para uno que otro comentario ocasional y algún chiste de Sam; esos cuarenta minutos que duró la reproducción, se sintió irreal y, aunque Chris no era «productor profesional», la verdad que estaba muy feliz con el resultado.

-Amo The Cover Sparks -dijo Sam, abriéndose la chamarra y mostrando su playera con nuestro nombre escrito, Becca hizo lo mismo, revelando una igual.

-¡Woah! -exclamó Chris-. Eso está cool.

-Podríamos hacer su mercancía para los conciertos -dijo Becca.

-Sí, y así también nos hacemos ricas nosotras -agregó Sam.

Platicamos un rato más y entonces vino la ceremonia de suerte, bautizada así por Chris; consistía en enviar la carpeta de los audios de las canciones a varias disqueras por correo electrónico, no había nadie más que los de siempre en ese momento, pero igual se sentían los nervios cada vez que adjuntaba la carpeta y le daba clic a «Send». Eso podía definir el futuro de nuestra música (y vida).

Preguntas FrecuentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora