17

21 3 9
                                    

En Navidad, también fuimos a casa de Chris a cenar, mis padres se pusieron difíciles al principio, pero Dana me ayudó a convencerlos y al final accedieron. Como te imaginarás, Sam y yo fuimos juntos. Le pedí a ella que me ayudara a elegir lo que me pondría, así que vino a mi casa. Ya la había visto muchas veces sin sus gorros, pero hoy simplemente no llevaba uno, se había rasurado la cabeza de nuevo y se veía... Se veía linda.

-¿Te vas a llevar eso?

-¿Qué tiene de malo? -pregunté.

-Se supone que es formal -respondió Sam sentada en el borde de mi cama.

-Voy formal.

-Un suéter no se ve formal. Y menos si llevas pantalones deportivos.

-¿Entonces?

-Debe ser un chiste, Katherine. ¿No tienes un traje?

-Creo que no.

Sam se paró y abrió mi armario para buscar algo más decente, después de unos segundos sacó un conjunto que consistía en un par de jeans oscuros, una camisa blanca y un saco de un traje que llevaba siglos sin usar.

-Voilà -exclamó Sam-. Ponte esto.

-¿Segura?

-Absolutamente.

Entré a mi baño a cambiarme y me miré al espejo, quizá antes sí tenía el cabello de niña después de todo, me gustaba más así.

Salí con el conjunto puesto y Sam estaba hojeando una de las libretas donde escribía (intentaba escribir) mis canciones.

-¡Dame eso! -se lo arrebaté de la mano.

-No están mal y... no te ves nada mal -Sam rio, yo seguía un poco molesto porque no había respetado la privacidad de mis cosas cuando...-. Tienes la bragueta abierta, Kate.

Me puse rojo. Y, obviamente, me la subí, Sam se atacó de la risa.

-¡Cállate! -le grité apenado.

-Ah, no -Sam bromeó.

-¿Me pongo zapatos?

-Los Converses se te ven bien.

-Bueno, vámonos.

-Gracias a Dios -Sam rio-. Te tardas más tiempo que cualquier mujer.

-¿Qué? ¿Tú cuánto te tardaste?

-Como cinco minutos, llevamos una hora decidiendo qué te pondrás.

-Mierda.

Salimos de la casa e íbamos ya a la de Chris cuando Sam sugirió algo antes de arrancar el auto de su mamá.

-Vamos a pasar a ver a Grace antes.

-¿A Grace?

-Sí -Sam asintió. Yo la miré sorprendido. Recordé esa tarde en mi casa y la actitud del momento se me pasó.

Sam aceleró el auto y nos dirigimos al departamento de Grace. Bajamos del vehículo y subimos en el elevador para llegar al piso tres; tocamos el timbre, abrió su mamá.

-Hola, Jace, Sam.

-Hola, señora. ¿Podemos ver a Grace? -pregunté yo, Sam solo bajó la cabeza.

-Sí..., claro, pasen, por favor -se le cortó la voz.

Sam me tomó de la mano, la sentí temblar y un poco fría. Caminamos por el pasillo juntos y sin decir una sola palabra, empecé a sentir un vacío en el estómago; entonces llegamos a la habitación de Grace. Al parecer, Sam y Grace se frecuentaban mucho más de lo que yo tenía entendido.

Preguntas FrecuentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora