Dos días después, Becca solo fue a la escuela a despedirse, en un no tan impredecible giro a nuestra montaña rusa. Sucede que, con justa razón, su familia se preocupó muchísimo por lo que había sucedido y querían apoyarla, sin embargo, no tenían dinero, entonces sus abuelos propusieron pagar por una clínica de rehabilitación psicológica, sonaba extremo, pero no olvidemos que los problemas del corazón (metafóricamente) y del cerebro, finalmente, son igual de importantes que cualquier otro en el cuerpo. Además, quizá un inicio fresco no le haría mal después del incidente.
También levantaron una demanda ante el idiota aprovechado que había ocasionado eso. Ya había sido detenido por la evidencia y, aunque cualquiera de nosotros sabía que merecía un infierno en verdad, por lo menos nos alegraba que se hiciera justicia.
Nos quedamos abrazándonos los cuatro un buen rato, antes de que Becca se despidiera y tuviera que partir. Al verla, se podía notar que ya no era la misma, pero estábamos seguros de que era fuerte y estaríamos para ella siempre que lo necesitara. Se sentía horrible dejarla ir.
Antes de subirse al auto, cruzó la mirada conmigo y, entre labios, me dijo: «Ella también te quiere». Sonreí.
Ese día, después de clases, volvimos a ir a la biblioteca Sam y yo, le faltaban pocos libros para terminar el estante y, aunque ya no me insistía leer, me encantaba verla hacerlo. El sol entraba brillante por la ventana y la rama de donde sacaba las hojas para sus separadores estaba floreando.
Aunque estábamos haciendo lo mismo de siempre, ya no éramos los mismos. Dejé de juzgar a las personas y me había cortado el cabello, leí dos libros y, a pesar de que era el mismo raro de siempre, me sentía más fuerte, más seguro y con Sam, era grande. Ella seguía siendo divertida, inteligente, ocurrente y linda, pero también algo en su mirada lucía distinto. Quizá solo era yo y mi manera de verla, que empezaba a apreciar la forma en que levantaba una sola ceja para preguntarme por qué me le quedaba viendo, aunque supiera perfectamente la respuesta; pero quizá había algo más y habíamos crecido.
De pronto, Sam recibió un mensaje en el celular y sonrió.
-Ven -me dijo.
Me acerqué a ella y nos sentamos muy juntos, en la pantalla de su celular, la barra de carga avanzaba.
-¿Qué es?
-Tú mira -contestó.
En cuanto terminó de cargar, noté una cara conocida, eran fotos de Noel sonriendo, en un traje combinado con Converse, de su lado, Nina en un vestido de novia y ella usando Vans.
-Qué cómodo sería casarse con Vans -dijo Sam riendo-. Lo anotaré a las cosas que haré si me llego a casar.
-Se ve cool.
Me alegré por Noel, se veía muy feliz igual que su ahora esposa, también venía un texto en el mensaje y se leía:
Como pueden ver, mantengo el estilo hasta en los momentos más formales. Les mando un par de fotos en las que pueden notar que no soy tan frío y rígido como parezco.
Quisiera poder haberlos invitado, pero fue al otro lado del mundo y casi de improviso, espero pronto poder verlos de nuevo.
De parte de una pareja que no hubiera podido alcanzar sus planes si no fuera por su inspiración, gracias por todo.
Noel.
Posdata: Me gusta una frase que dicta que atrevernos siempre es lo mejor que podemos hacer y, por experiencia, puedo decirles que es cierta.
Posdata dos: Eso no es una indirecta para Jace, Jace.
Posdata tres: Los hombres no captamos indirectas, Sam.
-Si no me caso a los cuarenta, me caso contigo -dijo Sam bromeando y tratando de desviar el tema.
-¿Ah, sí?
-Sí, así que no te puedes casar.
-¿Y qué? ¿Te tengo que esperar?
-Debes.
-¿Por qué? -la dejé callada.
-¿Quizá no a los cuarenta...?
-¿A los cuántos?
-Tú dirás -Sam rio.
Por el resto de los días del semestre, fue una sensación extraña de nervios a crecer, a las responsabilidades y a elegir caminos distintos, pero, tomando siempre el consejo de Sam, aproveché cada momento para sonreír. Chris seguía haciendo música y mandaba constantemente nuestros demos a otras disqueras con la esperanza de recibir otra respuesta igual de buena que la que habíamos perdido, tenía mucha esperanza. También le llamábamos a Becca para ver cómo seguía, a juzgar por todo, le había caído perfecto un cambio de aires; y Sam y yo, estábamos más juntos que nunca.
Eventualmente, Sam terminó «Preguntas frecuentes» y empezó a anotar cosas de vez en cuando en su libreta, sin embargo, frecuentamos más la biblioteca porque era nuestro lugar seguro, nuestro refugio y, más importante, porque era donde Sam siempre sonreía más y, por consecuente, yo también.
Dana empezó a salir con un chico más o menos bien parecido y yo empecé a hacerle burla del mismo modo que ella lo hacía con Sam y conmigo. Mis padres cada vez eran más insistentes en que buscara la respuesta de mis solicitudes de universidad y yo, sin obedecer, me defendía en que aún no contestaban.
Los que al principio habían pertenecido a nuestra banda, se dividieron en muchos grupos y terminaron por no hablarse, excepto Bora que dejó la escuela por un contrato en una disquera de alto nivel como bajista de sesión.
Atando todos los cabos, no había estado tan mal el año escolar y empezaba a desear que hubiera durado más, porque, volviendo a uno de mis miedos, llegaría el momento de separarnos; de crecer en serio y de ser adultos. Empecé a preocuparme por lo que serían las despedidas, Dana insistía en que no era la gran cosa y que me divertiría más, si decidía asistir, en la universidad; tenía miedo a perderlos, aunque hablo más por Chris, ya que, a la niña de los gorros, los chistes e indirectas directas, amor infinito a los libros y sonrisa viral, no la iba a soltar ni, aunque tuviera que dar mi vida por ello. Y, hablando de Sam... Bueno, se veía cada día más bonita.
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Preguntas Frecuentes
Teen FictionEste no es tu típico cliché de friends to lovers, en realidad Sam y yo no podríamos ser más diferentes y solo somos amigos por esto del Apocalipsis Zombi. ¡De verdad! Nada ocurrirá entre nosotros. Como decía, este es mi último año de preparatoria...