Efecto y Afecto

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Capítulo 5

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Los nombres no me pertenecen, están basados en los personajes de la serie Ranma 1/2 de la grandiosa mangaka Rumiko Takahashi.

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Los gemidos emitidos sobre la almohada, la cobija entre los puños y los incisivos reteniendo el labio inferior para evitar soltar gritos, eran la clara evidencia de que Ranma hacía uso de todo su autocontrol para evitar revolcarse de dolor sobre su cama, desde hace más de una hora sentía punzadas en la cabeza, espalda y cuello, debido a la pérdida del efecto del medicamento y también por su descuido al caminar por la casa durante su episodio de sonambulismo.

Akane entró por tercera vez a la habitación con un vaso de agua y el frasco de medicina, agachándose junto a la cama dejó el vaso en el piso y abrió el recipiente.

—Estarías mejor si no te hubieras ido a deambular por la casa en la madrugada —exclamó la peliazul molesta.

Ranma gruñó y se mantuvo de cara sobre el colchón.

—Sabes que no puedo controlarlo. Además, te quedaste dormida en vez de cuidarme.

La peliazul retiró las compresas frías del cuerpo del muchacho y le acercó el vaso de agua por tercera vez.

—Como sea, tomate tu medicina.

—Ya te dije que no la necesito —le respondió el hombre con el tono de voz ligeramente agudo.

—No seas necio, ¡Te va a hacer daño soportar tanto tiempo el dolor!

—¡No me importa!

Akane suspiró y dejó el vaso en el suelo, alejándose de la cama por unos segundos. Ranma se soltó de las cobijas ya que las punzadas se habían detenido, sin embargo, no contó con que dos rápidas y pequeñas manos lo sujetaron del abdomen y muslo, para girarlo repentinamente en el colchón.

—¡Maldita seas Akane! —gritó el hombre conteniendo las lágrimas.

—Se me está agotando la paciencia...

—¡Ya te dije que no la quiero!

—¡Tomate la medicina!

—¡No!

—¡Tomate la maldita pastilla! —exigió la peliazul subiéndose al colchón con el vaso y la medicina en mano.

—¡No harás que...

Akane le aventó la pastilla a la boca y tiró poco de agua en ella antes de colocar su mano evitando que pudiera escupirla. Ranma restregaba las piernas intentando, en vano, liberarse del agarre de la mujer pero el dolor que le provocaba hacer cualquier movimiento limitaba su objetivo.l Al escuchar que él se tragaba lo que tenía en la boca, Akane retiró su mano y mientras Ranma la miraba enfurruñado, ella salía campante de la habitación.

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Había ocurrido por sexta ocasión, el sonido y la vibración de su teléfono celular despertaron al medicado joven, quien al haberse dormido con los brazos sobre su cabeza, sintió que ambas extremidades estaban adormecidas, preocupado por la insistencia en las llamadas decidió recurrir al plan B.

—¡¿Akane?! — exclamó el pelinegro un poco inquieto.

La peliazul se asomó por la puerta unos segundos después.

—¿Qué pasa?

—Necesito mi teléfono.

—¿Dónde está?

Apartamento Compartido (18-B)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora