Parte 24

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Al día siguiente, cuando Elsa despertó, vio que Catherine continuaba encerrada en su laboratorio; la dejó tranquila y ella, junto con Nokk, se dirigió a la tribu Northuldra para ver a Honey y contarle lo que había pasado el día anterior. Aunque tal vez omitiría un par de detalles, una parte de ella pensaba que no sería correcto decirle todo lo que los padres de Catherine le habían dicho a la joven.

Cuando llegaron a la tribu, Elsa recibió la bienvenida de siempre, pero de entre todos, la más entusiasmada era Guri, quien se apresuró en llegar al frete de la multitud esperando encontrar a Catherine; sintió una gran desilusión al ver que la platinada había llegado sola, acompañada de Nokk, pero sin la joven científica. Elsa vio a la niña y notó que seguía usando el arete traductor que la azabache le había dado; además de ver la tristeza en sus ojos.

– Catherine está trabajando, por eso no pudo venir conmigo.

– ¿Vendrá más tarde?

– No.

– ¿Otro día, tal vez? –Elsa consideró decirle la verdad y no darle falsas esperanzas; Catherine había dicho que ya no volvería y, viniendo de ella, por supuesto que así iba a ser. Pero al ver sus ojos brillando con la ilusión, no pudo decirlo.

– Tal vez, pero recuerda que ella es una persona muy ocupada, no debes pasar todo el día esperándola.

– Es mie hermana, quiero verla.

– Ella no es tu hermana, tu padre ya te lo había dicho.

– Papá estaba molesto porque me escapé, él no quiso decir eso.

– Guri, entiéndelo, Catherine no es.... –Honey a pareció antes de que Elsa pudiera terminar.

– No sigas perdiendo tu tiempo -susurró al oído de la platinada; después se dirigió a la niña-. Ya te he dicho que tu hermana trabaja muy duro todos los días; deja de esperarla, ella vendrá cuando pueda.

– Está bien. –Guri regresó a lado de sus padres, algo triste y cabizbaja.

– ¿Por qué sigue insistiendo que Catherine es su hermana?

– Simplemente la quiere, en su mente siempre será su hermana mayor sin importar lo que los demás le digan. Quizá, cuando crezca, deje de pensar así.

– Sí, quizá.

– Las cosas no salieron bien ayer ¿Verdad? Cuando la llevaste con sus padres.

– No.

– Vamos a mi tienda y dime lo que pasó.

Elsa siguió a Honey hasta su tienda, entraron, se sentaron y la platinada empezó a decirle lo que había pasado. Omitió la mayoría de los argumentos de desprecio, pero sí le dijo que la culpaban por el abandono de su hija menor, también le hablo de todo el desprecio y miedo que podía ver en sus ojos cuando vieron a la joven y, al final, le habló de lo que pasó en el cementerio.

– ¿Dejó que la abrazaras? ¿De verdad?

– Sí, sólo fue un momento; cuando terminó de llorar se separó y no volví a tocarla.

– ¿No ha cambiado en nada? Acabas de decir que lloró.

– Lo sé, pero eso fue todo, cuando se calmó volvió a ser la misma de siempre.

– Ja, ja, ja, bueno, de todas formas, no puedes esperar que cambie de la noche a la mañana; sufrió un momento doloroso, eso es todo.

– Aun así, yo....

¿Cómo hacerle entender?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora