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Agosto 2018. 


Un año pasó como un parpadeo de ojos. Un día estaba cenando con los Choi para celebrar la adquisición de parte de su compañía y al otro, estaba caminando a recibir mi diploma de graduación con unos tacones impresionantes que Bo Young y Jackson había insistido que use. 

La noche del día de mi graduación, Yugyeom organizó una reunión con nuestras familias, no solo las de sangre, sino también la extendida, aquella que nos habíamos ganado con el paso de los años. Fue una de las mejores noches de mi vida, una de las más felices y en las que me sentí más plena. Ver tantos rostros felices y cargados de orgullo soltaron cosquilleos por mi cuerpo, de esos que solo significaban algo bueno. Y por primera vez, no me pregunté si era merecedera de ello, sino que me permití disfrutarlo por completo. 

La alegría se extendió al siguiente día, cuando viajé por un par de horas y fui recibida por mi madre en el aeropuerto de China. Nunca había pasado tanto tiempo alejada de ella y tal vez por eso mis piernas se debilitaron por los instantes que ella me sostuvo entre sus brazos. 


- Eun-ah. - me dijo dulcemente, mientras acunaba mi rostro con sus manos. 


Sus ojos examinaron mi rostro en busca de alguna diferencia entre la Eun Sang que tenía frente a ella y la que había despedido tiempo atrás. Aunque yo no la veía, ella sí pareció notarla. Pero fuese lo que fuese que vio aquel día, le agradó tanto que sus ojos se llenaron de lágrimas al instante. 


- Te he extrañado, mamá. - repliqué, volviendo a abrazarla, mientras las personas caminaban a nuestro alrededor en el aeropuerto. 


Mi madre rompió el abrazo unos segundos después y luego de pasarse las manos por las mejillas para secar sus lágrimas, plantó una sonrisa en su rostro y empujó el carrito con mi equipaje rumbo a la salida del aeropuerto. 

Me quedé viéndola por unos segundos, viendo su forma de caminar y su seguridad conduciéndose por aquel aeropuerto gigante. Se veía diferente a cuando nos habíamos despedido años atrás, pero era una diferencia buena, una de esas que forman una sonrisa en tu rostro sin que te des cuenta. Verla hacer todo eso de forma tan tranquila, hizo mi corazón inmensamente feliz. 


- ¿No vienes? - preguntó ella, volteando a verme al notar que no estaba a su lado. 


Todavía con aquellos pensamientos en mi cabeza, asentí un par de veces, consciente de que me pondría a llorar si hablaba. Sentía que mi corazón explotaría en ese instante, pero no me incomodaba en absoluto. Estaba feliz. Me sentía bien, completa y en casa. 


x


Aquella visita a China no era solo por extrañar a mi madre. Ella había trabajado muy duro, desde la última vez que nos habíamos visto, y había logrado mudarse a su propio apartamento. Me había llamado emocionada por la mudanza y no había podido resistir las ganas de ir a ayudarla. 

Su apartamento estaba en un buen vecindario, uno muy tranquilo y agradable, según los Wang me habían contado. Estaba en un edificio gigantesco, como la mayoría de edificios en la ciudad, y tenía muy buena seguridad en la entrada. Por dentro se veía bastante acogedor, a pesar de que todavía no. había desempacado todas las cajas. Mi madre me llevó por las dos habitaciones, la principal y la de huéspedes, la cocina, pequeña pero con lo justo y necesario, y la sala con ventanas desde el suelo al techo que permitían gozar de la asombrosa vista del piso diez. 

Unperfect Match | Kim YugyeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora