03.

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Noviembre 2012.

- No creo que me demore mucho, mamá. - le dije, mientras terminaba de acomodarme el saco color gris que me había regalado en mi último cumpleaños.

- ¿Siquiera sabes a dónde te llevará? - preguntó ella, dejando que la preocupación se colara entre su fachada de incomodidad.

- Conociéndolo, es capaz de llevarme al mejor restaurante de Seúl. - repliqué, pasando mis dedos rápidos por los lóbulos de mis orejas para dejar allí los únicos pendientes largos que tenía.


Había aceptado. A pesar de que su pregunta me había tomado por sorpresa y me había quitado el habla por lo que parecieron horas, mi respuesta había salido como si hubiese estado preparada.

Sí.


- No lo sé, Eun-ah. - dijo, abrazando su cuerpo. - Sus padres son dueños de los hoteles Paradise. Esa clase de gente no suele buscar a personas como nosotros solo porque sí.


Mi corazón se estrujó en mi pecho al escuchar aquello de parte de mi madre. Era como si hubiese leído mis pensamientos durante los primeros meses de mi amistad con Yugyeom. Tal vez no me hubiese dolido escucharlo, si no hubiese forzado en mi mente la idea de que él de verdad quería una amistad pura y sincera conmigo.


- Lo dices como si lo hubieses vivido antes. - dije, girando para poder verla de frente.


Mi madre se descompuso por una fracción de segundo y luego, colocó una muralla invisible entre ambas, acompañada de brazos cruzados. Lo que sea que le hubiese pasado a mi madre, parecía querer llevárselo a la tumba.


- Los años me han enseñado cosas que tú aún ignoras, Eun-ah. - replicó al cabo de un rato. - No quiero que te ilusiones con este chico y luego, vuelvas a casa con lágrimas en los ojos y un corazón roto al darte cuenta que eligió a alguien con tanto dinero como él.

- Mamá... - balbuceé.


Ilusionarme con Yugyeom. Esas palabras resonaron en mi cabeza por un buen rato.

En todos los meses que llevaba conociéndolo, por mi mente no había cruzado esa idea de forma tan explícita. Yugyeom era quien me acompañaba hasta muy tarde en la tienda, quien lograba llenar un vacío que no sabía que existía y que me había demostrado lo fácil que era ser amiga de alguien cuando no tomabas en cuenta los estúpidos requisitos de la sociedad en la que vivíamos.

Pero, ¿enamorarme de él? ¿Cómo podría?

El día que nos habíamos conocido, le habían roto el corazón y la culpable, por muy irritante que me había parecido, era casi perfecta físicamente. Yo era el opuesto. Con mi moño despeinado y los mechones que se escapaban y caían por mi rostro, con mis zapatillas desgastadas y mi esmalte de uñas tan barato que comenzaba a caerse a los días, era nada comparada con aquella jovencita.

¿Cómo siquiera aspirar a ser vista de otra forma por él? Yo no era tonta. No iba a desarrollar sentimientos por alguien que jamás podría fijar su mirada en mí al momento de escoger pareja.


- No soy tonta. - le dije. - Sé donde inicia y termina el tipo de relación que llevo con Yugyeom. No voy a cruzar una línea que no me corresponde cruzar.


Mi madre se quedó viéndome fijamente por un buen rato, como si estuviese escarbando entre mis pensamientos más profundos, para luego relajar los hombros.


- He criado una hija inteligente. - murmuró y por lo bajo que lo dijo, asumí que no era algo que yo debía escuchar.


Pero lo hice.


Unperfect Match | Kim YugyeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora