17.

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Enero 2016. 


Un suspiro salió por mis labios sin poder evitarlo. Estaba cansada. Las últimas semanas había visitado tantas veces el hospital que me conocía los pasillos de memoria y eso no era precisamente algo de lo que alegrarme. 


- Una más. - me dije, antes de apagar mi auto, tomar mi bolso y salir hacia los ascensor del sótano. 


Saludé a uno de los doctores que habían estado en la operación de mi madre, cuando subió al ascensor, e intercambiamos un par de palabras sobre el invierno tan frío que estábamos viviendo. Aquello se había vuelto un tema usual entre los doctores de mi madre y yo, un tema que algunas veces llevaba a conversaciones largas y otras a asentimientos con la mirada fija en la nada. 

En esa ocasión, me pareció que era la segunda opción. Pero el doctor terminó hablando de nuevo. 


- Las recuperaciones de operaciones tan complicadas son difíciles. - dijo, antes de darle un sorbo a su café. - Pero te aseguro que una vez que haya pasado, les parecerá insignificante comparado a la alegría de tener a su madre en casa. 

- Supongo que sí. - repliqué torpemente. - Gracias. 

- No hay de qué. - logró decir, antes de que las puertas del ascensor se abrieran y él saliera rumbo al inicio de su turno. 


Demoré un par de segundos en salir del ascensor, con mi mente todavía repitiendo las palabras del doctor. Nos habíamos cruzado varias veces en el hospital y en sus visitas a mi madre. Habíamos intercambiado palabras e incluso, en una ocasión, nos habíamos encontrado en una de las cafeterías del inmenso hospital. Pero nunca me había dicho palabras como esas, palabras de aliento y de esperanza. Siempre que hablábamos de mi madre era para escuchar los términos médicos de su condición y de todas las posibilidades, luego de que fuese dada de alta. 

No entendí la razón. Pero le agradecía porque fueron una luz al final de túnel. 

Ya recuperada, sujeté fuertemente mi bolso y caminé por el ala VIP del hospital, rumbo a la habitación que le habían asignado a mi madre. Habitación que Choi Youngjae nos había conseguido y había prometido pagar hasta el último won. Y aunque al principio no me había gustado la idea, había dejado de pelear contra él al entender que ese dinero no era solo suyo, sino también de Choi Dong Wook, el hombre que se había negado a ir a visitar a la mujer que decía amar. 


- Buenas tardes. - saludé a la enfermera de turno en el ala VIP. - ¿Puedo pasar a visitar a la paciente Choi? 

- Claro que sí. - replicó, levantándose de su sitio para saludarme. - Los doctores vinieron a hacer su ronda, pero no se preocupe, le dieron toda la información a su hermano. 

- ¿Mi hermano? - repetí, como si aquello fuese una sorpresa. 

- Choi Youngjae. Llegó aquí esta mañana y no se ha apartado de su madre desde entonces. - añadió con una expresión compasiva. - La señora Choi es muy afortunada de tener hijos así. 


Si tan solo supiera, pensé, antes de asentir y entrar a la habitación. 

Adentro, tal y como me había dicho la enfermera, estaba Youngjae. Se había acomodado en el sofá de la pequeña sala de la enorme habitación y tecleaba rápidamente en su laptop rodeada de papeles. 

Unperfect Match | Kim YugyeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora