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Julio 2020.

- Estás bromeando. - dijo mi hermano, todavía sin poder creer lo que le acababa de contar. - Dios mío, no sé que me impacta más, que le hayas dicho que no a Park Jinyoung o que te acabas de comprometer con el amor de tu vida. - lo último lo dijo gritando, haciendo que su secretaria asomara la cabeza por la puerta de su oficina.

- Creo que ambas son bastante impactantes. - repliqué riendo, mientras mi hermano sujetaba mi mano izquierda, donde descansaba el anillo de compromiso.




No me lo había quitado desde que Yugyeom lo había deslizado en mi dedo anular la noche anterior.




- Dios mío, hermana. ¿Estás segura de esto? - pregunto, su mirada fija en el diamante. - Pero, ¿que digo? Eres Choi Eun Sang, claro que estás segura de esto. Lo he visto en tus ojos, anhelabas que llegara este momento.

- ¿Lo habías visto? - le cuestioné sorprendida. - Ni siquiera yo me había dado cuenta de cuánto lo deseaba. Es decir, sí, obviamente sabía que nuestra relación se dirigía a eso, que no había forma de que nos separáramos ya. Pero no era consciente de cuánto deseaba comprometerme, casarme, oficializar esta relación ante las leyes, ante todos nuestros conocidos, de una forma más... ¿sería? Dios, ni siquiera sé como explicarlo, ni siquiera sé que estoy diciendo. Solo sé que estoy extremadamente feliz. - mi hermano copió en su rostro la sonrisa de oreja a oreja que había en el mío y me extendió ambos brazos para darme un abrazo.

- Estoy feliz por ti, por ambos. - me dijo al oído. - Yugyeom es un buen hombre, uno que te ama con cada célula de su cuerpo y que parece un pequeño ciervo perdido cuando no estás a su lado. Kim Yugyeom solo cobra vida cuando Choi Eun Sang está a su lado, cuando Choi Eun Sang sujeta su mano. Nunca le había visto así en todo el tiempo que llevo conociéndole.

- Casi toda una vida. - dije, cuando ambos volvimos a recargarnos en el respaldar del sofá.

- Recuerdo cómo estaba cuando desapareciste, recuerdo la expresión en su rostro, la falta de vida en sus ojos. Era como ver a un muerto en vida, un zombie, un cascarón que estaba a un suspiro de romperse. - me contó, sujetando mi mano izquierda entre las suyas. - A todos nos afectó de forma diversa, pero a él lo mataste.

- Creo que nunca me habías contado esto. - murmuré, mi corazón estrujándose en mi pecho de solo imaginarlo.

- Pero cuando te encontró... - Youngjae dejó que sus palabras flotaran en el aire unos segundos, como si estas pudiesen hacer aparecer esos recuerdos frente a nosotros. - Cuando nos contó que te había encontrado, fue la primera vez que le vi sonreír, que vi la vida volver a su cuerpo, el color a su rostro. - traje a mi mente esos instantes y sonreí también. Yugyeom también le devolvió vida a mi cuerpo cuando nos volvimos a encontrar. - Pertenecen al lado del otro. Creo que nunca he visto ni veré a dos personas que estén tan perfectamente hechas el uno para el otro.

- Youngjae. - le nombre, mi voz quebrándose en la última sílaba. - Gracias por unirte a mi felicidad, hermano. No lo imagino de otra forma.




Mi hermano volvió a inclinarse hacia mi para darme un segundo abrazo, uno más fuerte y duradero. Cuando nos separamos, sorbió un poco por la nariz y se puso en pie.




- Basta ya, no me sigas haciendo llorar. - pidió. - Vamos, tenemos que ver a los demás. 

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⏰ Última actualización: Sep 27 ⏰

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Unperfect Match | Kim YugyeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora