11.

766 111 73
                                    

Julio 2015. 


Unos golpes en mi puerta me hicieron despertar de sobresalto. La noche anterior había sido horrible, terrible, y lo primero que había hecho al llegar a mi habitación fue recostarme en la cama.

Pero a la mañana siguiente, a pesar de haber dormido por varias horas, no había descansado un poco. Sentía que mis fuerzas habían sido drenadas y que mi voluntad para hacer las cosas cotidianas se había esfumado. Tenía muchas ganas de seguir envuelta en las cobijas y quedarme en cama sin mover un solo dedo, como me había ocurrido en el 2012, cuando me había enterado de la clase de persona que era mi padre.


- Eun Sang-ah. - escuché del otro lado de la puerta y al reconocerle, me obligué a arrastrar los pies para dejarle pasar. - Eun Sang-ah, tengo a Jinyoung en la línea. - continuó él, justo cuando le abría la puerta - Quiere saber si puedes hablar con él unos minutos.


La verdad era que no quería hablar con nadie. Pero eso no era posible. Tenía responsabilidades, tenía cosas por hacer y por mucho dolor que pudiese sentir al ver por segunda vez a mi padre y su otra familia, atender a quien me había extendido una mano era algo que no podía dejar de hacer.


- Hola. - saludé al tomar el teléfono, en mi camino de regreso a la cama.

- ¿Cómo estás? - fue lo primero que escuché del otro lado de la línea.

- He estado mejor. - admití, mientras me volvía a cubrir con el edredón de plumas blanco, como si fuese mi escudo. - Pero sobreviviré.

- Si quieres hablar de ello...

- Uno pensaría que se hace más fácil con el tiempo. - susurré con la mirada clavada en el televisor frente a mí.


La maldita escena se repetía frente a mí y dolía como los mil demonios, incluso más que la primera vez. Veía el rostro de mi padre, sorprendido de verme, pero no lo suficiente humano para detenerse un segundo a hablar conmigo e intentar explicar lo inexplicable.

Yo sabía que, me dijera lo que me dijera, ninguna excusa era válida para hacer semejante cosa. Pero a la misma vez, deseaba que al menos lo intentara. Deseaba que mi padre, el hombre al que había admirado por tantos años, el hombre que había amado tanto toda mi vida, me retribuyera un poco tomándose el tiempo de hablar conmigo.

Y es que por más que le había alejado y me había esforzado en convencerle a él y a mí misma que le despreciaba, en el fondo, solo era una niña herida. Era una niña que necesitaba a su padre.

El pañuelo desechable que Jackson colocó en mi mano libre me hizo dar cuenta que había comenzado a llorar amargamente y contrario a lo que había pensado, no me dio verguenza hacerlo en presencia de aquellos dos hombres. Ellos, con el tiempo, se habían vuelto familia, la familia que uno escoge y que yo tanto necesitaba para llenar el vacío que había en la que la sangre me había dado.


- ¿Ya lo sabías? - preguntó Jackson, quitándome su celular de las manos para colocar el altavoz y que Jinyoung pudiese unirse a la conversación desde Corea.

- Desde el 2012. - admití, mientras pasaba el pañuelo debajo de mis ojos para secar mis lágrimas. - Lo vi en el Paradise, una noche. Yugyeom me ayudó a confirmarlo con las cámaras de seguridad.

- ¿Tu madre lo sabe? - preguntó el hombre sentado a mi lado, mientras Jinyoung optaba por guardar silencio.

- Nadie lo sabe. - me apresuré a responder, sintiendo mi pulso acelerarse con la sola posibilidad de que mi madre se enterara de todo. - Yugyeom y yo guardamos el secreto por todos estos años.

Unperfect Match | Kim YugyeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora