Capítulo 21. Auténtico y fingido

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¿Podrá existir empatía y apoyo...
sin interés de por medio?

El enemigo daba gritos tras sentir que Dyan aplastaba sus antebrazos bajo sus gruesos tacones. Nuestro atacante era un hombre blanco pálido con ojos negros, nariz algo grande y cejas naranjas claras. Vestía un traje ajustado de pies a cabeza, dando la impresión de un bombero, siendo evidente la cualidad a prueba de fuego, aunque de color azul oscuro con franjas negras a los costados. También cargaba un cinturón de herramientas y botas.

Las armas alrededor de sus muñecas combinaban gruesas arandelas con boquillas finas alrededor cuya intensidad y largura de llamas, controlaba con mecanismos adheridos a sus guantes. La máscara que Cabrel le había tumbado, hacía de barrera con una superficie plana como de plástico, y matiz tornasol.

—Te hice una pregunta, escoria —dijo Dyan con malicia, pero él no contestaba ninguna palabra, en cambio, arrugaba el rostro del dolor con la boca ensangrentada.

—¿Por qué no solo lo eliminamos? Podemos atrapar al otro y sacarle información —comentó Cabrel, agachándose y pegándole el arma en la frente.

—Oooye, es una buena idea —respondió Dyan con optimismo—, pero seré yo quien lo elimine —, y le apuntó con su ballesta.

—¡Esperen! —gritó el individuo que Dyan había herido, el cual estaba escondido tras el anaquel en la entrada del pasillo. Min ho y yo le apuntábamos—. No disparen, nos rendimos. Por favor no lo maten, saldré si prometen no disparar.

—Está armado —nos alertó Min ho.

—¡¿Por qué debería creerte?! ¡Ambos son traidores! —replicó Dyan al sujeto escondido.

¿Acaso Dyan guardaba lealtad a la señorita Kuwamori, al igual que Moibeal? Pues no era de extrañar, ya que Moibeal le transmitía información bastante profunda. Eso explicaría cómo fue que supo acerca de los insumos especiales y los escuadrones.

—Les contaremos todo lo que deseen —masculló el sujeto del suelo.

Dyan lo pensó por un momento...

—Está bien, pero despójate de todas tus armas y sal con las manos en alto —pregonó en dirección del otro tipo—. ¿No les parece divertido? Sueno como policía —nos murmuró entre risas.

Él lo acató y arrojó una hoz con cadena y una catana hacia el camino, entonces salió del escondite y se acercó, levantando ambos brazos. Su rostro estaba medio cubierto, y vestía un traje sencillo gris oscuro de ninja. Su brazo izquierdo estaba manchado de carmesí por la herida de flecha anterior.

—Hey, Min ho, es de los tuyos —comentó Dyan.

—¿Por qué serás tan estúpida e ignorante? —desdeñó Min ho.

—Eso hacen los tuyos: ser ninjas —subrayó Dyan con mirada y sonrisa maliciosa.

—Dyan, los ninjas vienen de los japoneses. Además, Cabrel ya había mencionado que Min ho es surcoreano —comenté. Me era difícil diferenciar a los asiáticos por el aspecto, pero sabía que tenían sus diferencias.

—¿Y qué se supone que hagan los surcoreanos? —preguntó Dyan.

—Bailan, cantan y crean grupos numerosos para bailar y cantar más. Son muy talentosos —contestó Cabrel con optimismo.

—¿Y dónde está tu grupo, Min ho? No te he visto cantar ni bailar —le reclamó Dyan, sacando la lengua.

—¡Cállense todos y déjenme en paz! —exclamó Min ho— ¡Y a ti te dijeron que te despojaras de todas tus armas! —señaló al ninja—. Pues aún guardas varias dagas en tu calzado, y bajo tus mangas, hay un mecanismo idéntico al que usa Dyan.

Skull super marketDonde viven las historias. Descúbrelo ahora