Abrí mis ojos, mi visión iba aclarando poco a poco. La primera imagen visualizada fue el techo conformado de un conjunto de cuadros blancos perfectamente alineados. Esperaría despertar en una casa, como cualquier persona normal; pero este, estaba lejos de ser el caso.
Al pasar mi mano por la cara, una terrible resaca me arraigó la peor de las bienvenidas. Supuse que no se debía a fiestas descontroladas o drogas, ya que afirmaba con toda certeza que yo no era un hombre amante de tales cosas. Lo que me pasó no podría relacionarse con los efectos producidos por los placeres obsesivos del ser humano: apenas recordaba mi nombre y no tenía idea de cómo fue que había entrado a esta habitación. No conforme con el ligero dolor de cabeza, me invadía la ansiedad por averiguar dónde demonios me encontraba.
Bajé mis pies fijando las manos sobre lo que cumplía función de cama: un sofá rectangular adherido al suelo. Toda la habitación se parecía a las celdas de los manicomios. «¿Será que enloquecí? ¿Cómo es que no me di cuenta? ¿Quién puede vivir aquí?», fueron las preguntas que inundaron mi mente tras ver una ventanilla opaca. Consideré que quizás padecía de alguna enfermedad mental. De ser verdad, entonces no fue sencilla de controlar, ya que estaba internado en la celda almohadillada.
—¡Hola! ¿Alguien me puede ayudar? —llamé, creyendo que algún encargado escucharía a través de una cámara escondida o tal vez, al otro lado de la ventanilla.
Romper el silencio no funcionaba, la nula respuesta me dio la impresión de que solo le hablaba a la pared. Entonces, decidí analizar la habitación. A pesar de ser pocos los elementos, no evitaba centrar mi atención en un televisor empotrado en un rincón del techo. Hasta donde me apoyaba el conocimiento, a los locos no les permitirían ver la televisión. Si tendían a golpearse con las paredes, entonces no desaprovecharían la ocasión para estrellar la cabeza contra la pantalla.
«Sin embargo —reflexioné en mi propia lógica—, no todos los locos poseían tendencias suicidas o inclinaciones a la flagelación».
Me complicaba la vida tratando de descifrar la razón de ese artefacto, pero la respuesta era más sencilla de hallar si me acercaba a explorar. Mi reflejo se robustecía en la pantalla con cada paso, no obviaba la cálida sensación de que amaba muchas películas y series. Recordaba varias, lo cual me hacía preguntarme acerca del tipo de amnesia que sufría.
Palpaba hasta donde alcanzaba de puntillas para encenderla, pero no encontré ningún botón. «Es de esperarse, a los locos no les mantienen cómodos», pensé con desdén. Dado que mi investigación no aportaba nada nuevo, decidí echarle otro vistazo a la habitación. El tapizado nuevo y la superficie lustrosa que contrastaba con las orillas de cada cuadro, me hacían deducir que había ingresado recientemente: los locos no eran aseados, cuidadosos o tranquilos.
Los resultados de mi investigación escaseaban en muchos sentidos, pero concluían en definitivo que yo no me familiarizaba con la demencia, de lo contrario, no me sería posible deducir, ni conservar un tiempo de consciencia estable. Aún con tal conclusión, todavía me faltaba analizar un elemento más: lo que llevaba puesto.
Todo mi atuendo combinaba de un blanco y se componía de una camisa, pantalón con correa, calzado y medias. Estaban un poco ajustados; al menos, me sentía a gusto de no lucir una camisa de fuerza. Sentía un elemento adicional, uno que no me era visible a simple vista. Estuve tan distraído con el televisor, que no noté un accesorio alrededor de mi cuello en el reflejo. Palpaba con las yemas de mis dedos mientras volvía a mirar en la pantalla. Parecía ser una especie de collar tecnológico, y no podía quitármelo.
Aunque dedujera y estableciera resultados, me sentía imposibilitado de determinar qué demonios estaba sucediendo. Mi respiración comenzó a acelerarse, ya no podía pasar por alto la desesperación infundida por toda la atmósfera tétrica y silenciosa que circundaba.
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Skull super market
AksiUna oscura y poderosa organización crea una competencia sangrienta que parece sacada de una historia de vivo terror, donde un incontable grupo de criminales deberán batirse en duelo y hacer todo lo posible por sobrevivir como su instinto lo demanda...