Skull super market

Capítulo 9. La sombra amenazadora

Hola, espero que estén disfrutando de cada capítulo. He puesto a prueba como se sentiría colocar audio a una escena crítica de este libro. La señal es "—reproducir video—", en el momento indicado. He anclado el video en el momento justo (que disfrutarás si usas PC) y al inicio con deslizar la imagen a la izquierda (para quienes usan la app). Espero que lo disfruten tanto como yo, es una lástima que no se pueda colocar solo el audio, también aclaro que el video o el audio no es mío. Escúchenlo mientras continúa la lectura. Saludos.

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Ella también había saltado para continuar con su danza de cortes, aunque su ritmo pronto se vio entorpecido por los rollos metálicos de gran espesor: no eran tan sencillos de perforar. Sus ataques ameritaban de espacio libre a sus lados, rara vez atacaba con estocadas frontales.

Dentro de mi bolso, mis manos ya estaban preparadas para responder. Visualicé los puntos ciegos de sus posturas y los golpeé, utilizando unas gruesas y puntiagudas nudilleras. Logré acertarle en el abdomen, espalda y hombros; también desvié sus estocadas, golpeando sus antebrazos.

Mi estrategia marchaba bien, hasta que uno de sus zarpazos cortó la correa de mi bolso, pero lo atajé evitando perderlo: allí guardaba a Klávesa. Acto que aprovechó para lastimar mi hombro derecho. Harto de ella, saqué un cuchillo de la parte trasera de mi pantalón: tendría que herirla de gravedad. Observé una abertura y le atiné en la parte trasera de su hombro izquierdo. Mi sorpresa fue ver que mi ataque no había surtido efecto al no atravesarla: su traje era más duro de lo que había imaginado. En consecuencia, yo solo evadía, la batalla se había tornado más complicada para mí. A ella le tomó poco tiempo adaptarse a mi forma de combate, y los rollos ya no le estorbaban.

Yo sufría cortes dolorosos; aún con mi velocidad, me infligía daño con simples roces. Flaquear me costaría un miembro o la vida. Era difícil luchar y mantener mi bolso a salvo al mismo tiempo.

Lanzó un zarpazo de arriba a abajo, el cual esquivé, quedando agachada. Luego se impulsó de abajo hasta arriba contra mi mentón, también la evadí; sin embargo, su objetivo fue sujetarse de un barandal en el techo para patearme con ambos pies, produciendo un empuje que me desplomó al suelo fuera del área de los rollos.

—Sí que te mueves —alagó, soltándose del barandal—, pero soy superior —reiteró mientras caminaba hacia mí.

Me arrastré de espalda hasta verme frenado por una enorme caja sujetada con unas sogas. Me levanté viendo unas cadenas colgantes en la cara de la caja que miraba hacia fuera del estante, de seguro provenían de la cima y apostaba a que soportarían el peso regular de una persona. Dejé el bolso en el suelo para enfrentarme a ella.

Atacaba y la evadía, hasta que intercepté otra abertura y di una estocada con el cuchillo al rostro. Ella lo evitó, esperando que yo tomara distancia, pero en su lugar, sujeté sus brazos bajo mis axilas y me aventé contra ella fuera del estante. En el aire, la golpeé con mucha fuerza en la cara con mi frente, deshaciéndome de ella, no sin antes sentir sus zarpas rasgando mi espalda.

No caí porque me colgué de las cadenas, las cuales me abalanzaron contra la cara externa de aquella caja voluminosa. Tras mirar hacia abajo, mi rival también se había sujetado a unos metros. Trepaba para alcanzarme. Entonces descubrí lo que contenía la caja por su rótulo y que su cara externa no era más que dos compuertas horizontales. Me apuré a cortar las sogas que sellaban la compuerta inferior utilizando el cuchillo. A pocos centímetros de alcanzar mis pies, corté la última soga, produciendo que se abriera de golpe y liberara una violenta cascada de pequeñas rocas de bauxita, arrastrando a la energúmena a lo profundo de las alturas.