Siempre vivimos confiados en que las cosas saldrán bien, pero la realidad es que seremos vulnerables ante los altibajos. Cuando el destino se encapricha contigo, no se puede detener lo que ocurrirá, solo puedes esforzarte para minimizar sus impactos negativos.
Un día estás en plena seguridad y al otro, todo se vuelve de cabeza. Uno de los peores casos es cuando en un abrir y cerrar de ojos, todo se ha desvanecido...
Abrí mis ojos, sintiendo un gran pesar en todo mi ser. Mi visión era borrosa en su totalidad y se hallaba muy lejos de recobrar su nitidez natural. La poca sensación de mi cuerpo me permitía intuir que estaba acostado, pero no determinaba sobre qué. No reaccionaba tras intentar moverme, solo una cosa podía hacer sin necesidad de imprimir mucho esfuerzo: oír.
Mi conciencia soportaba el liviano peso de preguntarse acerca de qué estaba aconteciendo a mis alrededores, aunque mi atención prefirió centrarse en una voz carismática proveniente de un señor cuya edad había de ser avanzada, quizás por encima de los cincuenta, pero fluida e inspiradora. Llegué a creer que conversaba conmigo hasta que dijo:
—Espero un gran esfuerzo de parte de ustedes...
Fue allí donde entendí que se dirigía a varios individuos entre los que se hallaba mi persona. Me obligaba a exhalar palabras de auxilio o, al menos, alguna oración que demandara respuestas, pero lo único que salía de mi boca eran balbuceos carentes de todo sentido, y probablemente los demás se verían aprisionados del mismo modo. De pronto, mi conciencia se vio arrebatada por una de esas sensaciones que te fuerzan a pensar en «algo» de suma importancia. Por muy fuerte que fuese, no podía recordarlo.
No sabía en dónde estaba, ni quién era el señor que hablaba o los otros a quién él hablaba. No entendía nada en absoluto. Presionaba mi pensamiento para siquiera reconocer el origen de aquella sensación tan importante, llegué a aclarar un poco la mente. Se relacionaba con un nombre: «Blad», entonces caí en cuenta de que su dueño no era otro que yo mismo. En realidad no debía olvidar mi nombre completo.
«Mi nombre es Blad..., Blad...», me dije con frustración una y otra vez, por no poder ir más allá de él. Insistí otro par de veces, pero fue inútil. Yo... lo había olvidado.
Mi alma no se daba abasto para reflexionar en el amargo sabor del fracaso, en cambio, menguaba poco a poco en una somnolencia inducida por quién sabe qué. No existía escapatoria, por lo que decidí prestar lo que quedaba de mi atención a la charla de aquel señor.
—Hasta este punto, he expresado líneas que, lo más seguro, ninguno de ustedes ha captado, y no me importa. En el estado en que se encuentran, es imposible que me sigan el ritmo —, y guardó silencio por unos segundos—. Solo diré... que yo, el señor Greysdubel, me siento muy complacido de iniciar esta competencia..., y ansío mucho que llegue el momento... para entregarle el premio al ganador... ¡Moc! —sopló su nariz. Su voz llorosa se entrecortaba como si estuviese conmovido—. Perdonen el oírme de esta forma... ¡Snif! —, y aspiró con su nariz—. Quisiera apoyarles con muchos consejos..., pero no tiene caso que lo haga. Después de todo, no recordarán nada de esto.
Las luces se apagaban para mí y él todavía tenía algo por decir:
—En fin, que rueden los cráneos —fueron las palabras que escuché, antes de caer en un profundo abismo de sueño.
—————————————
——————
Dato de nombre: el nombre Greysdubel y Blad se pronuncian tal cual suenan en el castellano.
ESTÁS LEYENDO
Skull super market
ActionUna oscura y poderosa organización crea una competencia sangrienta que parece sacada de una historia de vivo terror, donde un incontable grupo de criminales deberán batirse en duelo y hacer todo lo posible por sobrevivir como su instinto lo demanda...