v. xii

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To the girl who see the future.
pt. I

 I

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Dianna Jeffrey se convirtió en el enigma que Nina Black nunca pudo resolver. El día que la conoció Dianna evitó tocarla o acercarse lo suficiente, la de cabellos con tonalidades grises dijo que era temor por todo lo que tuvo que pasar, Nina en cambio sintió el suave susurrar en su cabeza, una advertencia silenciosa que no pudieron investigar lo suficiente.

Aquella mañana Nina y Francis estuvieron mirando un libro de viejas fotografías que Kira le entrego a la mitad vidente, el dúo, muy para molestia de la banshee empezaron a jugar, Francis inventaba una historia y Nina luego le contaba la realidad detrás de una fotografía, ambos buscaban entretenerse mientras aprendían o aprendía pues Francis no tenía nada que hacer ahí más que buscar una fuente de entretenimiento, sin embargo está se vio rota cuando un escalofrío recorrió el cuerpo de Nina y el grito de Kira retumbó en la casa.

El par de amigos se levantaron, pero antes de que pudieran hacer algo las ventanas se rompieron, Francis llevó a Nina al suelo y usó su cuerpo para protegerla de los pedazos de vidrio que salieron disparados hacia ellos, los gritos se escucharon en la lejanía, Nina y Francis se levantaron del suelo y caminaron hacia la salida, pero la figura de Kira, Aurore y Gregory Bonnaire los interrumpió.

— Tienes que salir de aquí. —dijo el hombre mientras los arrastraba al interior y cerraba la puerta— Los mortífagos están aquí.

— ¿Cómo...?

— No hay tiempo para explicaciones. —interrumpió Kira al francés.

— Aurore llévate a Nina...

— No, no, es más seguro que Francis venga conmigo. —interrumpió Nina ganándose la mirada de todos ante la interrupción y cambio de planes, el hombre frunció el ceño, pero asintió, no tenían tiempo reproches.

— Aurore vete con Kira, vayan.

Francis tomó del brazo a Nina y desaparecieron de aquella casa, no tuvieron tiempo para protestar o preguntar, tampoco para lamentarse por quienes murieron en el proceso.

Una de las razones por la que las videntes eran seres preciados, siempre estaban un paso por delante de todos, Lord Voldemort usó a varias de ellas, las torturaba y luego las mataba para no dejar cabos sueltos, Dianna Jeffrey era solo una ficha más que usó con un propósito, era solo un chivo a expiatorio, pero también fue alguien que Nina no pudo evitar.

Nina vio en cámara lenta como un hechizo paralizante la tocaba y como un crucio golpeaba a Francis, ella no podía hacer nada más que escuchar los gritos de él.

— ¡Qué bueno verte! —exclamó Bellatrix Lestrange una vez que los gritos de Francis se estuvieron— Dianna dijo que estarías aquí, nos costó saber cuál era el lugar, pero ella logró descubrirlo, es muy cooperadora cuando quiere. —mencionó mientras caminaba alrededor de Nina, la mano de ella tocó un mechón de su cabello y sonrió— Supe lo de Jesabella, una lástima.

— Era una mujer hermosa. —dijo otro mortífago con una risa burlona que se apagó cuando Garrett Thompson se hizo presente, incluso Bellatrix dio un paso más atrás dejando que el hombre de cabellos oscuros pudiera ver mejor a quién consideró su hija.

— Mi señor me encomendó que te buscara, esa tonta vidente tenía que hacer lo que le decía y aquí estamos. —Garrett sonrió— Eres igual a ella, espero no tengas su mismo final.

— ¿Qué haremos con el chico? —preguntó Bellatrix Lestrange señalando Francis.

— Déjalo, alguien tiene que decir lo que pasó.



─ ✦ ─



El grito de una mujer resonó por todo el lugar, aquel grito habría enviado escalofríos a cualquiera, pero para quienes lo infringían no era más que la mejor melodía que podían escuchar, ellos eran crueles, no les importaba llevar a la locura a una persona, Bellatrix Lestrange lo dejó claro cuando envío a Alice y Frank Longbottom hasta ella luego de tortúralos.

Sin embargo, el objetivo de esas personas no era llevar a la locura a Nina, ellos solo querían que abriera la boca, dijera algo y no se mantuviera en silencio como venía haciendo desde que la llevaron a la mansión de los Thompson, su viejo hogar.

Los ojos de Nina observaron el techo con el que estaba tan familiarizada, un candelabro antiguo colgaba de este, las luces brillantes que Nina solía mirar ahora no brillaban, todo estaba oscuro dejando un ambiente tétrico, la suave música que sabía escuchar gracias a su madre cuando Garrett se iba ya no estaba, ¿Cuántas cosas había perdido? ¿Cuántas cosas desaparecieron para no regresar nunca más? Una lágrima solitaria descendió por su ojo hasta caer en el frío suelo de madera.

El ventanal detrás de ella dejó entrar una suave luz del atardecer, no era mucho, pero su mano se movió hasta donde podía ver un reflejo de sol.

— Lo siento... —susurró de forma tan inaudible, que el sonido de su voz ni siquiera llegó a ella, el cálido reflejo del sol se fue cuando alguien se paró frente a ella, ¿Valía la pena soportar un poco más? Nina ya no lo sabía, su cabeza se movió en la dirección contraria a dónde Garrett Thompson estaba.

— Debo reconocer que tienes aguante, cualquiera ya se hubiese dejado morir, pero tú sigues aquí.

— N-No te daría esa satisfacción. —murmuró y Garrett sonrió.

— No serás mi hija de sangre, pero algo has aprendido de mí. —mencionó— Siempre vi extraño el acercamiento que Jesabella tuvo, cada acción que tenía era sospechosa, pero ninguno podía saber que era, siempre jugó con nuestras cabezas, fue inteligente, tengo que darle créditos por eso, nadie se habría atrevido a jugar tan de cerca como ella lo hizo, es admirable.

— Siempre fuiste un objetivo débil.

— ¿Eso crees? —preguntó— Tan solo tengo que mover mi mano y acabaría con tu miserable vida.

— H-hazlo, termina rápido.

— Amarías que lo hiciera, pero por mucho que te considere una inútil a mi señor le sirves más viva que muerta.

— Él no va a ganar. —musitó Nina con la poca fuerza que le quedaba, Garret sonrió y pateó el estómago de ella causando un quejido de dolor.

— Sigue creyendo eso.

Garrett Thompson salió del salón dejando que dos brujos que estaban ahí la llevaran hacia la parte inferior de su hogar, un sótano que ahora servía como calabozo, no había salida, tampoco tenía la fuerza, estaba agotada física y emocionalmente. El hombre que la cargó la dejó sobre la cama y abandonó el lugar dejando que Nina por fin pudiera dejar salir las lágrimas que venía reteniendo.

Silhouette [3] ➳ Fred WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora