v. xiii

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To the girl who see the future.
pt. II

 II

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El llanto de un bebé resonó por el lugar, Nina se movió aturdida ante el sonido, sus ojos se abrieron solo para volverse a cerrar ante la luz que entraba por la ventana, pero seguía pareciendo extraño, no estaba en el sótano, ni su cuerpo parecía doler por lo que fue más fácil caminar por la casa a la que tanto se había familiarizado, Nina desconocía si eso era un sueño o ya perdió la cabeza, pero no quería irse de ahí.

Una suave melodía resonaba desde el salón, pero no había nadie ahí, de pronto el llanto del bebé se detuvo, Nina subió por las escaleras hasta llegar al piso superior donde siguió el sonido de voces, risas y un sonajero, las paredes tenían algunas fotografías decorando cada paso que daba, un recuerdo doloroso de que en realidad todo eso no era verdad, pero aun así no pudo evitar romperse con cada paso que daba.

La queja de quien adivinó era su madre se escuchó con claridad cuando llegó a la puerta de la habitación de dónde venía el ruido, Nina pudo ver a su madre sonreír mientras veía a Sirius jugar con un bebé, las lágrimas picaron en sus ojos ante lo que veía, era algo que se le arrebató, algo que no importara cuanto peleara no iba a poder tener.

— Mei. —escuchó decir a Sirius para atraer la mirada de la bebé quién enseguida reaccionó ante su voz pues dejó el sonajero a un lado para tomar sus dedos— Gracias por ser la única mujer que me aprecia en esta casa.

— Eres insoportable, Black.

— Es tan sencillo entrar a la cabeza de las personas. —murmuró una voz femenina cuando vio a Nina abrir los ojos, pero no lo suficiente como para que pudiera ver la sonrisa en el rostro de la mujer— ¿Tuviste bonitos sueños?

— He tenido mejores.

— Eres igual a Jesabella. —mencionó mientras se levantaba para caminar hacia la cama donde el cuerpo herido de Nina se encontraba, ella movió su cabeza y ver a quien provocó tal sueño— No me he presentado...

— No me interesa.

— Olvídalo, eres igual de insoportable que Sirius.

— Por a-algo es mi padre, ¿no?

— Esperaba que sacaras más de tu madre que de él, una pena. —musitó para luego quitar un cabello del rostro de Nina— Tienes ese mismo brillo que Black tenía, lamento lo de tus padres, por cierto.

— ¿De verdad lo sientes? —inquirió, la mujer de cabellos rubios y labios rojos se encogió de hombros mientras se acercaba a la puerta y daba unos suaves golpes avisando que quería salir.

— Dejé de sentir hace mucho tiempo, Nina.

Nina dejó de mirar por donde se fue la mujer y cerró los ojos, un fallido e inútil intento por perderse en lo que esa mujer puso en su cabeza, estar ahí por más doloroso que fuera era mucho mejor que verse torturada porque se negaba a colaborar, cada segundo se volvía peor, ya no importaba cuanto llorara, gritara, pidiera, algo en ella ya se apagó.

Garrett Thompson vio a la niña que creció con un carácter fuerte y no dejarse pisotear porque era un Thompson derrumbarse, Garrett vio a la niña que corría por los jardines de esa misma casa no mostrar ni un gramo de emoción en sus ojos, ahí en el suelo vio todo su esfuerzo por borrar que esa niña era un Black y no un Thompson, porque Garrett muy en el fondo esperaba que se levantara y se mostrara cómo él la crio, pero no hubo nada, no se movió, no lloró, no gritó, no respondió nada, parecía muerta.

— Que decepción.

Nina vio al hombre salir del salón dejándola ahí tirada en el suelo, su cabeza se giró con suavidad para ver su brazo marcado con las palabras monstruo cortesía de Bellatrix Lestrange. ¿De verdad era un monstruo? A esas alturas podía creer en cualquier cosa que le dijeran, ya no importaba, sentía como si todo por lo que pasó se resumía a ese momento.

Los pasos de alguien adentrándose a donde estaba hizo que abriera los ojos, con las pocas fuerzas que le quedaban se levantó para recargar su cuerpo en el sofá que estaba cerca, era la misma mujer de la mañana quien se acercaba con suavidad hasta donde se encontraba, Nina la vio arrodillarse frente a ella, la vio alzar su mano y por puro instinto cerró los ojos, pero no sintió nada, abrió los ojos y vio los ojos claros de quién estaba frente a ella.

— La última vez que vi a Jesabella hizo lo mismo. —susurró, Nina la miró.

— Vas a morir.

— ¿Qué? —preguntó y Nina alzó su mano para señalar su cabeza.

— Suelen aparecer cuando algo va a pasar, aprendí a distinguirlas. —murmuró para luego toser— Estuvieron calladas todo este tiempo, vuelven cuando estás aquí, es incómodo.

— Es más de lo que has dicho desde que llegaste.

— Preferiría morir que dejarlos saber algo.

— ¿Incluso si eso pone en peligro a quienes amas? —preguntó y Nina por primera vez desde que estaba ahí sonrió como si pudiera burlarse de lo que ella decía.

— Estarías muerta antes de que pudieras tocarlos.

— ¿Sabes cuándo...? —Nina asintió con la cabeza y volvió a cerrar los ojos dejándose llevar por el susurro de las voces dentro de su cabeza, lo único arrullador que encontraba en ese momento— Quizás así pueda disculparme con tu madre.

Nina abrió los ojos y vio a la mujer levantarse y alejarse unos cuantos pasos, las manos de ella se posaron detrás de su espalda mientras colocaba su atención en la pared donde descansaba un cuadro familiar, la vidente sintió otras manos tomarla y alzarla, ella negó con la cabeza y se detuvieron unos segundos.

— Mamá habló de ti, eras su mejor amiga —la mujer miró a Nina—, papá en cambio dijo que eras una víbora venenosa. —ella soltó una risa mientras ponía los ojos en blanco, aun así, vio el suave brillo pasar por los ojos de la menor, uno burlón y malicioso que solo cruzaba por el rostro de Black— Fue bueno conocerte, Caroline.

La rubia la miró con sorpresa, pero Nina solo sonrió con suavidad antes de ser llevada dejando a Caroline Dekker en el silencio del salón, sus ojos picaron, pero se negaba a llorar, sin embargo, al ver el rostro de su amiga en el retrato de la pared no pudo evitar dejar salir lo que retuvo por tantos años.

— Lo siento, Ella. —susurró— De verdad lo siento.

Silhouette [3] ➳ Fred WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora