Capitulo 3: No puede ser.

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Capitulo 3: No puede ser.

—Deja de mirarle, pareces una acosadora.

Volteo la vista a Vicenzo y parpadeo, no me había dado cuenta que estaba viendo como Jareth y Zara hablaban sin parar.

—Ellos parecen llevarse bien —cambio el tema.

Mis ojos vuelven a caer en ellos y en la forma en que sus labios se mueven mientras habla y sonríe, la forma en la que su nuez baja mientras traga saliva, o prueba un poco del desayuno de Zara.

Gruño frustrada cuando chupa sus dedos y miró a Vicenzo de nuevo, ambos estábamos en la sala viendo como esos dos se llevaban como amigos de vida mientras comían.

—Eso es genial, yo sabía que él la amaría —dice con orgullo—. Mi chica es perfecta.

Hago un ruidito de fastidio.

—Deben dejar de ser tan cursis.

—Lo dice la envidiosa anti amor.

Clavo mis uñas en su piel con algo de fuerza.

—¡Me acabas de arañar! —se queja.

Le doy una sonrisa inocente mientras río sintiendo mi cuerpo relajarse. No me había dado cuenta de lo incómoda que estuve toda la mañana.

Digo, iba a ver a la persona de la que estuve -si, en pasado- enamorada parte de mi adolescencia. Con la persona que fue mi mejor compañía para enseñarme a jugar cartas y como ser una tramposa en el Monopoly. Ese chico que me prometía ver películas románticas conmigo y comer helado, si yo veía películas de terror y comíamos golosinas ácidas.

Pero no había rastros de ese chico en ese cuerpo de hombre. Todo él gritaba masculinidad, todo él decía que si te metiss con él, ibas a pasarla mal, muy mal.

Suerte para mí que había aprendido a vivir con los dolores, y que sabía cómo ser una perra despiadada cuando se debía.

—Lo estás haciendo bien —dice sin sacar la vista de ellos—. Yo no podría estar tranquilo luego de todo eso, luego de la forma estúpida que se comportó.

—Es eso, o arruinarle la boda a mi mejor amiga. Aunque estoy segura que eso me gustaría, así se casa conmigo y no contigo.

—A veces realmente creo que eres una lesbiana closetera.

—¡Vicenzo! —chillo haciéndolo soltar una carcajada.

El escándalo llama la atención de la parejita en la cocina y nos miran. Siento mi cuerpo querer hacerse chiquito al sentir la mirada de Jareth, pero levanto la barbilla y me enderezo.

Eso, demuestra quién es la que manda.

Me levanto del sofá y camino ignorando su mirada, pero no ignorando la forma en la que lo cuerpo reacciona, y me regaño.

— ¿Todo bien? —Zara me mira con cautela y le sonrío.

—Tu prometido me estaba sugiriendo unas impecables maneras de como ser una lesbiana.

— ¿Eres lesbiana?

La pregunta tan rápida y directa me deja un poco descolocada y parpadeo mirándolo. Frunzo un poco el ceño porque me parecía bastante atrevido de su parte haberme roto el corazón y tenerlo aquí preguntando si soy lesbiana.

Maldito descarado hijo de puta.

—No, Jareth —mi voz suena dulce y baja—. Me gusta mucho atragantarme con penes como para dejarlos de lado.

El Karma de JarethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora