JARETH.
Observo con nerviosismo la entrada del edificio de Sharla, se supone que íbamos a viajar temprano, pero son casi las diez y ella aún no está lista. Suelto el aire de manera exasperante porque mi cabeza empieza a decirme que probablemente ella no vendrá. Mis mensajes no son respondidos, tampoco son dejados en visto, lo cual debería servirme como indirecta ¿no?
Voy a subir al coche para volver a llamarla, pero su cabello hecho un desastre aparece por la puerta, corriendo con rapidez. Lleva puesta una falda a cuadros ceñida al cuerpo, marcando sus caderas y bajando por sus muslos de forma perfecta, y una camisa manga largas que usa por dentro de la falda. Parece profesional, si no fuera por el desastre de nudos que es su cabello.
—Me quedé dormida —confiesa, ni bien se acerca hasta mi coche, donde estoy apoyado—. Puse la alarma y no sonó, había olvidado conectar el teléfono al toma corriente, así que, eventualmente, se apagó.
Aprieto mis labios para no reír porque se ve muy tierna, eso hace que me dé una mala mirada y lamo mis labios, agarro su maleta y me quejo.
—Nos vamos un fin de semana, no un mes —subo la maleta con dificultad al coche. Ella se encoge de hombros y sonríe con inocencia.
Mi pecho se agita ante esa sonrisa, y todo lo que creí haber estado muerto hace años, despierta. Cada maldito sentimiento por ella saliendo de mi cuerpo.
—Mejor tener cosas ocupando lugar, que no tener nada —dice divertida, subiendo al coche.
Niego con la cabeza mientras la sigo, subiendo de mi lado. Observo su perfil mientras se peina con suavidad, no puedo apartar los ojos de ella. Todo en ella luce encantador, y absorbente, es como si tuviera magia. Ella parece una pequeña hada salida de un cuento, tan hermosa e hipnótica, y a la vez tan agria y caprichosa. Ella lo niega, pero sigue siendo aquella niña de dieciséis que hace berrinches y pucheros cuando no le dan algo que desea.
Y eso solo la hace más malditamente caliente.
—¿Vas a arrancar o llegaremos tarde? —habla, pero no me mira, manteniendo su vista en el espejo del coche.
Parpadeo entrando de nuevo en mis cabales y arranco el coche, su mano se estira encendiendo el radio y alzo una ceja que solo la hace encogerse de hombros. Conecta su teléfono al radio y sonríe cuando, supongo, encuentra una canción que le gusta.
Suelto una carcajada cuando Bills, Bills, Bills, de Destiny's Child suena, ella solo ríe en voz baja empezando a cantar mientras se maquilla.
—Realmente no puedo creer que esto esté pasando —murmuro divertido, viendo cómo se coloca polvo, vuelvo la vista a los coches frente a mí.
Ella no dice nada, solo sonríe y lamo mis labios otra vez viendo como se mueve, estaba de buen humor, todo en ella lo gritaba, a pesar de haberse despertado tarde y salir corriendo, ella estaba brillando como nunca. Y eso me encantaba.
Agarra lo que supongo es mascara de ojos y se los arquea mientras detengo el coche en un semáforo, me mira con una sonrisa.
—Cuando los tiempos se pongan difíciles, necesito alguien que me ayude, en vez de una basura como tú que no sabe como es un hombre de verdad —alzo una ceja, cuando me lo canta a la cara, usando en envase como si fuera micrófono. Sigue cantando el estribillo mientras yo no quito la vista de ella, ni ella de mí.
—Créeme —mi voz sale baja—, puedo pagarte eso y mucho más —le guiño el ojo haciéndola resoplar y yo vuelvo a conducir cuando el semáforo pasa a verde.
—Engreído —me acusa.
—Si tengo para presumir, obvio que lo haré —ronroneo viéndola y me saca el dedo.
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El Karma de Jareth
RomanceSharla y Jareth han sido inseparables desde que tenían cinco años. Han ido al mismo colegio juntos, han tenido mil noches de películas, han pasado por mil y un peleas. Son los mejores amigos que jamás existirán. Hasta que Sharla decide hablarle sobr...