Capitulo 11: Lobito

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Capitulo 11: Lobito.

JARETH.

—Tienes que sacarla de la cabeza.

—No es fácil, hermano.

Le doy un trago largo a mi cerveza sin mirar a Vicenzo. Había venido a su casa esta noche porque un bar era demasiado molesto, además, eran cinco años que no nos veíamos, aunque siempre hayamos mantenido el contacto por videollamadas y mensajes.

Estaba agradecido de tener una amistad tan duradera, normalmente los compañeros que decían llamarse amigos, desaparecieron de mi vida en el momento que me fui a Londres, nadie mensajeaba, nadie llamaba, nadie recordaba mi existencia. Nadie, excepto Vicenzo. Por eso siempre iba a estar agradecido con él.

No fue fácil para mí estar solo en un sitio que no conocía, de no ser por él, hubiera entrado en depresión, especialmente luego de lo sucedido con Sharla.

Sharla...

No dejaba de pensar en ella desde hace tres malditos días. Tres días en los cuales no me ha respondido mis mensajes, mucho menos mis llamadas. Me estaba volviendo loco, me estaba volviendo loco y solo la había tenido unas pocas veces. Muy pocas para lo que quería tenerla.

—No es fácil, pero debes hacerlo. No quiero una pelea, al menos no antes de la boda.

—Sabes que no te arruinaría la boda.

—Lo sé.

Nos quedamos en silencio mientras le da un trago ahora él a su cerveza -sin alcohol, obviamente-.

—Por esa razón te digo que la saques de tu sistema.

Suelto el aire mirándolo, él era mi mejor amigo. No podía arruinar las cosas entre los cuatro, sabiendo que debía trabajar con Sharla en la boda.

—Solo hablaremos de la boda —prometo.

—Ya, y yo me arrepiento de estar por casarme.

Le sonrío fingiendo inocencia pero no digo nada más del tema.

—Nunca pensé oír eso, vas a casarte, joder.

Sus ojos brillan mientras su mandíbula tiembla, le da otro trago a la bebida para ahogar el nudo.

—No la merezco, Zara es preciosa.

—Y tú eres un cabrón con suerte que merece ser feliz. —le repito lo de siempre— La mereces, ella te ama.

—Nunca creí sentir algo así ¿sabes? Nunca creí encontrar una persona que me haga tan feliz. Tengo miedo, salí de una adicción y me metí en otra.

—No es así. —le reprocho— Ella no es una adicción, la amas. Dependiente, puede ser ¿adicción? No lo creo.

Sabía que Vicenzo era inseguro sobre su relación con Zara, todo medido por su pasado. Su infancia no había sido fácil, su padre era un alcohólico abusivo, solía golpear a su mamá cuando era niño, eso provocó que ella desapareciera, dejándolo con ese monstruo, solo. Sufrió abusos muchos años, hasta que a los quince empezó a abusar de sustancias ilícitas. Drogas, en cristiano. Se había vuelto tan adicto como su padre, y le había devuelto cada golpe que sufrió de chico, él nunca más volvió a levantarle la mano.

Aún lo recuerdo antes de irme, siempre yendo a cada maldita fiesta solo para volver a llevarlo a su casa vivo, evitando que caiga en un maldito coma alcohólico, o peor. Creo que cuando me fui, él se sentía más bien obligado a escribirme, por todo lo que hice por él. Pero él no es así, Vicenzo tiene el corazón más grande que pueda conocer. Es capaz de darte de su plato si no tienes en el tuyo.

El Karma de JarethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora