Capítulo 7: Suerte para la próxima

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Capítulo 7: Suerte para la próxima.

Bien, no sé cómo explicar lo que está sucediendo en este momento. No hay palabra en el diccionario que llegue al alcance de lo que estoy sintiendo. 

Placer, suena muy básico. Excitación, estoy sintiendo un puto zoológico en mi coño. Pasión, mi cuerpo está ardiendo en llamas, se siente como si cada parte ardiera, como si cada lugar estuviera encendido en fuego, para luego, al sentir sus besos suaves en ciertas zonas, esas llamas sean apagadas, para volver a encenderse cuando chupa cada centímetro de piel. 

Tengo su boca pegada a mi cuello en este momento, mientras suelto pequeños suspiros sintiendo como su mano eleva la falda de mi vestido. Lo primero que hicimos ni bien salimos del ascensor fue, literalmente, correr a la habitación. 

Estaba desesperada de sentirle, desesperada de que su toque, de su boca, de él. Casi como si nunca pudiera agotar las ganas de que me folle. 

Parpadeo volviendo en mí cuando siento su mano estirando la tela del vestido tratando de quitarlo. Río bajo cuando no puede hacerlo, pero se convierte en un gemido cuando chupa mi garganta. 

—Eres tan jodidamente adictiva. —gruñe, y me jala del cabello haciendo que lo mire— Eres una maldita diosa. 

Suelto un chillido cuando me agarra de los brazos levantándome unos centímetros fuera y me lanza a la cama, suelto una risa haciéndolo sonreír. 

—Salvaje —lo acuso.

—Te voy a mostrar que tan salvaje puedo ser. 

Y así sin más, antes de que me dé cuenta, sus manos tiran con fuerza de mis bragas haciendo que estas se rompan. Suelto un gritito ahogado cuando la tela me corta la zona, pero se convierte en uno de placer cuando el ardor se hace placentero. 

Camina hasta la luz, apagándola, haciendo que la habitación quede en una oscuridad absoluta. Veo su silueta caminar hasta mi posición, y distingo un camino de tatuajes en su costado cuando su camisa se va. Veo sus manos en su rostro y sé que se está quitando la máscara. 

—Quiero verte —le digo con voz chiquita, sintiendo la sombra de su cuerpo caer de rodillas ante mí. 

—Lo harás cuando yo quiera que lo hagas —dice con voz ronca. 

Su mano me agarra las rodillas, llevándome a él. Su palma pasa rozando mi entrepierna y maldice cuando se humedece, estaba chorreando. 

—Ahora solo quiero devorarte y hacerme un festín con tus gemidos. 

Dicho y hecho, sin aviso previo, su boca cae en mi entrepierna. Suelto un pequeño jadeo retorciendome y él pone su mano en mi vientre para evitar que me mueva. 

No sé cómo explicar lo que me hace sentir en los siguientes minutos, su lengua se mueve sobre mí y cambia sus movimientos lentos y profundos, a rápidos e intensos. Eso me tiene gimiendo y moviéndome como si fuera una maldita posesa. 

—Oh, mierda —aprieto mis piernas en él cuando me hace que rodee su cuello, y estiro su cabello con fuerza cuando lo siento profundo— Angelo. 

Si, esa soy yo gimiendo como si la vida se me fuera en ello. Su lengua experta hace movimientos tan profundos acompañando a sus dedos en un punto que sólo él puede llegar, y en nada me tiene sintiendo el cosquilleo conocido del orgasmo. 

—Correte, peque. —su voz suena ronca— Dámelo todo, quiero saborearte en mi boca. 

No tiene que rogar mucho, porque en cero coma me tiene estallando en su boca. Aún así, no deja de chupar, da un pequeño mordisco en mi zona débil y me retuerzo sintiendo la presión más fuerte y dolorosa.

El Karma de JarethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora