Un omega muy amoroso

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Seungcheol miró con impaciencia el reloj de su computadora, faltaban quince minutos para la hora de la salida; desde que Jihoon le dijo la semana pasada que pronto sería su celo, había estado más emocionado y entusiasmado, tanto en casa como en la oficina, aunque a veces terminaba estresado de este último, al llegar a casa todos sus problemas se desvanecían.

Mandó el último correo de la tarde y se dispuso a cerrar todas las ventanas de su navegador, carpetas y archivos para apagar la computadora, pero sin hacerlo aún, esperaba que nadie lo interrumpiera en esos trece minutos que ya hacían falta. Puso las manos sobre el escritorio y comenzó a mover los dedos de forma apresurada y ansiosa, tamborileando en la mesa; su mirada estaba fija en el reloj de la pantalla y eso hacía que el tiempo fuese más lento, pero al menos ahora sólo hacían falta doce minutos.

El teléfono de su escritorio sonó y maldijo a lo bajo antes de contestar de mala gana —¿sí?

—¿Por qué estás molesto?— preguntó la dulce voz de su omega.

—Oh, corazón, perdón, pensé que era alguien más. ¿Qué ocurre?

—Sólo era para pedirte que pases a la farmacia.

—¿Qué necesitas?

—Supresores, me acabo de dar cuenta que ya no tengo.

Seungcheol sonrió ampliamente, si estaba pidiéndolos, era porque los primeros síntomas del celo estaban presentándose —¿cuáles vas a querer?

—Los anticonceptivos están bien, esos traen de todo.

—De acuerdo mi amor, en diez minutos salgo— dijo mirando el reloj.

—Genial, te amo.

—Yo a ti— colgó la llamada con una sonrisa amplia.

Decidió finalmente apagar su equipo y salir de la oficina, ya no era necesario esperar y si lo hacía, estaba seguro de que algún trabajo llegaría o lo harían retenerse. Salió animado de la oficina y pasó a una farmacia que quedaba en su camino, compró lo que su esposo le había pedido al igual que un paquete de condones, un poco de lubricante por si ya no tenían -aunque durante los ciclos casi no lo usaban-, y unas pastillas de menta para que compartieran mientras se besaban.

La chica de la farmacia lo miró un poco extraño, el alfa se veía muy feliz y entusiasmado ¿y cómo no adivinar el por qué con todo lo que estaba llevando? Era obvio que tendría acción, pero como se trataban de una beta, no podía comprender bien esos asuntos de las necesidades sexuales de los alfas y omegas. Su compra fue entregada y se fue a toda velocidad para llegar lo antes posible a casa, esperaba que cuando llegara, Jihoon ya haya arreglado que Sunhee se fuera con sus padrinos y las cunas de los trillizos estuviesen en la otra habitación.

Al llegar a casa y entrar fue recibido por su preciosa princesa, quien como siempre, se lanzó a sus brazos, ahora que estaba más grande, era más pesada, pero no era nada que el alfa no pudiese soportar. Caminaron hasta la sala, donde Soora estaba recogiendo algunas cosas de los bebés y dejó a Sunhee en el suelo junto a la mesita, tenía algunos cuadernos sobre ella, así que se imaginó que estaba haciendo tarea.

—Hola Soora, ¿dónde está Jihoon?

—Oh, hola Seungcheol, está arriba con los niños.

—Gracias— respondió y subió las escaleras salteándose cada dos escalones. Al entrar en la habitación vio a su esposo arrullar a uno de los gemelos, sin saber exactamente quién —creí que Sunhee estaría con Seungkwan— susurró acercándose.

Jihoon sonrió y le dio un beso en los labios saludándolo —aún no estoy en celo— dijo en voz baja, Minjoon estaba quedándose dormido —Minseo quiere que la sigan arrullando— mencionó al ver a la pequeña removerse.

Entre bebés [Jicheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora